Antonio F. Marín: Perder el tren

14 de febrero de 2005

Perder el tren

He leído en una tercera de ABC que los españoles no podemos permitirnos el lujo de votar no en el referéndum sobre el Tratado Europeo, porque podríamos quedarnos atrás en el desarrollo de Europa. "No podemos perder el tren", nos dicen alarmados con la cantinela habitual de toda la vida porque esa vaina de “no perder el tren” lo lleva uno oyendo desde chico: no perder el tren del progreso, no perder el tren del avance social o no perder el tren de la historia. Parece como si Europa fuera la piedra filosofal que nos permitiera bajarle las bragas a la novia mientras que, sin ella, sólo podríamos meterle el dedito para que goce ella sola. Qué malos que son en Europa, qué malas que son las señoras. Así que si votas no, te van a salir granos, no vas a crecer y nunca serás un hombre de provecho. Y uno se pregunta qué ocurría si Inglaterra vota no. O si lo hiciera Francia. O Alemania. ¿Dejarían ellos de ser europeos por votar no? ¿Seguiría Europa sin estos países o el tren se pararía para esperarlos?... Porque parece que somos los españoles los únicos que podemos perder el tren (de la Bruja). Pero tranquis, colegas, que va a ganar el sí porque este es un país de acomplejados que siempre quieren ser más papistas que el Papa y más europeos que la misma Europa, muy al tenor de los paletos que llegan a la capital y son más capitalinos que nadie. Pa’ chulo yo, que se diría el castizo, y la apruebo el primero.
Pos Después.- He leído que un tipo va a votar sí para darle una patada en los huevos a los yankis. Como suena. Voto de calidad, que se llama.

Mobusi