Antonio F. Marín: Manías

25 de septiembre de 2011

Manías

Los profesores han ido a la huelga para exigir menos horas lectivas. Es lógico. La ignorancia es muy atrevida, es cierto, y por eso uno no entiende que un profesor necesite esas horas para ‘preparar las clases’. Quizás es que se les olvida quién ganó la batalla de Lepanto. O cómo se fórmula una ecuación de segundo grado.

Porque la OCDE revela que los profesores españoles (incluida mi hermana María) trabajan más que ningún otro de Europa, pero también ganan más, gozan de más vacaciones y disponen de menos alumnos por clase. E invertimos más en Educación que la media. Y pese a ello ocupamos los últimos lugares del informe PISA y una gran parte de alumnos es incapaz de interpretar un texto escrito (y no nos referimos a los programas electorales).

Me consta que a partir de ahora es probable que los docentes me vitoreen, aúpen y saquen en procesión; pero he de advertirles que no tengo hijos con los que se puedan vengar al suspenderlos. Chincha rabincha que tengo una piña con muchos piñones y tú no los comes. De hecho una vez tuve la oportunidad de ser padre (me dieron por la calle un folleto de un Banco de Esperma), y les dije que no porque

tendría que mandar luego al niño al colegio a que le enseñaran que el Pisuerga pasa por Valladolid. Y todo el mundo sabe que el Pisuerga pasa por Valladolid. Menos el maestro que tiene que preparar la clase.

No se trata de que uno les tenga manía a los profes por haber sido el único alumno que quiso estudiar con ahínco y no lo dejaron, sino que les tengo mucho miedo porque siempre me han metido en problemas. Todavía recuerdo cuando el profesor de matemáticas te sacaba a la pizarra y te metía en un problema para que tú se lo solucionaras. Soluciónelo usted, profe, que para eso cobra. Mucha geta. Te crea el problema y te exige que tú se lo soluciones. Ha equivocado usted la profesión. Tenía que haberse metido en política.

Como es natural esta cuestión no es para tomársela a guasa, es cierto, pero ya nos advertía Oscar Wilde que la vida es demasiado importante como para hablar de ella en serio. Por eso es obvio que hay que invertir mucho en Educación (más que en el resto) pues nos jugamos el futuro logsiano que ahora disfrutamos. En Educación y también en Seguridad, ya puestos, porque no se puede tener a los guardias civiles y policías locales, puteados y muy mal pagados. La inseguridad ciudadana perjudica sobre todo a las clases menos pudientes. Y los guardias no se quejan. No pueden.

Y además servidor respeta mucho a los profesores, digo a las profesoras (aunque prefiero a la juez Alaya de Sevilla, que está como un queso), pero ya que nos ponemos serios de verdad alguien tiene que explicar por qué pese a que invertimos mucho en Educación, el número de alumnos por clase es menor, los profesores trabajan más, ganan más y tienen más vacaciones (además de trabajo fijo de por vida), disfrutamos de los alumnos más burros de toda la OCDE (34 países). Tiene mérito. Luego se extrañan de que los políticos manden a sus hijos a escuelas privadas o a estudiar al extranjero.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza

Mobusi