Antonio F. Marín: Tú, mí­, me, conmigo...

21 de mayo de 2005

Tú, mí­, me, conmigo...

Un tipo que se llama Kevin Nadal se ha casado consigo mismo en Nueva York delante de 125 personas. No está mal. Yo lo comprendo porque me he casado conmigo mismo desde que tengo uso de razón, pues ya nací casado conmigo mismo. Luego me divorcié de mí mismo porque me eché una novia formal que siempre me preguntaba qué pensaba. Las mujeres es que siempre te preguntan en qué piensas, mayormente cuando tú estás pensado en el culo de su mejor amiga. Parecen adivinas.
No te preguntan en qué piensas cuando estás comiendo con sus padres, por ejemplo, sino precisamente cuando estás pensando en el culo de su amiga más íntima. Son malas y retorcidas. Pero decía que aquella novia con la que me uní después de divorciarme de mí mismo, siempre me preguntaba en qué pensaba en los momentos más inoportunos. Pues pienso en que a lo mejor mañana mismo me animo, busco trabajo y nos casamos, le decía yo para alentarla.
Pero no coló y nos separamos, para volver a casarme otra vez conmigo mismo, aunque como me encontré repetido y seguía dejando la tapa del váter subida, me divorcie de nuevo de mí mismo para unirme a otra novia que curiosamente se había divorciada también de ella misma. Al poco tiempo lo dejamos porque no nos llevábamos bien, ya que ella recordaba que yo había estado casado conmigo mismo y tenía celos de mí mismo, o sea, del yo mismo con el que
yo había estado casado.
A las mujeres es que es muy difícil entenderlas, sabe usted. Y pasó el tiempo y a punto de cumplir las bodas de plata conmigo mismo, me divorcié de mí mismo porque estaba cansado de oírme roncar a mí mismo y me eché esta vez una novia que nunca se había casado con ella misma, según pude averiguar al poco de conocerla. Eres gilipollas o qué, me contestó ella cuando se lo pregunté. No, cariño, es que hay tipos que nos casamos con nosotros mismos. Son manías. Pues esto se acabó, me espetó ella, porque yo no me voy a casar nunca contigo mismo. Pues vale, porque yo tampoco me voy a casar nunca contigo misma, que lo sepas.
Y nos separamos, para casarme yo otra vez conmigo mismo y ella con un oficinista del Banco de Bilbao que pasó por allí y que se conoce que tampoco se casaba consigo mismo porque se casó con ella. Creo que tuvo un hijo con ella misma, pero no estoy seguro.

Mobusi