Además de las medidas con costura (o rejilla), las faldas de tubo y los zapatos de fino y altísimo tacón (entre otros), un servidor también tiene otro fetiche: el moño. O el pelo recogido atrás, quizás por un trauma infantil pues en todas las pelis de mi pubertad las mujeres malas llevaban moño. Y ya sabemos que nos gustan las mujeres malas, porque las buenas están sólo para casarse con ellas.
Nota.- Foto tomada de la web de Dómina Jasmín, a través de la de Ana Serantes.