29 de noviembre de 2008
La Alianza del canapé se tiñe de sangre
No tienen corazón. No tienen sentimientos. Se gasta nuestro prohombre una fortuna en decorar una cúpula de Naciones Unidas para aunar esfuerzos, unir lazos entrañables y hermanar a todos los pueblos y, sin embargo, ellos se lían a tiros en Bombay y matan a 130 personas, para luchar por su "otro mundo posible". Estos terroristas fanáticos cerriles también tienen su otro mundo posible.
Y además no les ha llegado el mensaje nítido de Barceló, el arte "monumental" de la Alianza
que "une fronteras, convierte al mundo en patria universal y desentierra fanatismos", según pontificaron los listos en la inauguración de la apoteosis del gotelé, entre canapé y canapè. No lo han entendido y no han podido comprender que se han invertido 3.326 millones de pesetas para convencerlos del diálogo como solución a todos los conflictos, incluido el de los españoles que se matan por coger el pescado de la basura.
No oyen. Les debe pasar como a la hija del Ché que afirma que Cuba es el paraíso de la libertad, cuando el tirano tiene a medio país exiliado, el otro medio en la cárcel y el resto prostituyéndose para sobrevivir. Es inútil dialogar con ellos porque el daltónico siempre tiene razón. Y mucho menos con los analfabetos como Almudena Grandes, que confunde a San Juan de la Cruz con la madre Maravillas. Y el alma con el coño.
Así que los daltónicos de la Alianza que han invadido un país para luchar por su otro mundo posible, parece que tampoco oyen; quizás porque no fueron invitados al sarao de la inauguración de "la Sixtina del siglo XXI", y no pudieron oír a nuestros diligentes próceres que entre canapé y canapé, tuvieron a bien destacar que era una obra de arte "increíblemente creativa que representa una amalgama de todas las civilizaciones que inspira el diálogo". Pues eso. No les ha llegado el mensaje. A lo peor es que echan de menos los canapés.