En teología Dios no puede crear helados de calor (por mucho que sea Dios) pues es finito, y además él mismo pasó por la imperfección de su propia obra y fue crucificado por ella, para demostrar que no vivimos en el mejor de los mundos posibles (Leibniz), sino en un mundo vivo, creativo, que no es una maceta de plástico muy bella, sí, pero donde nunca hay terremotos. Ni vida. Pero esto es cosa teológica y doctores tienen los ateos para las cosas de los terremotos y la Iglesia para la del alma, porque para las terrenales echamos mano de los
seres humanos, ya digo, que, afortunadamente, se han acordado ahora de Haití, cuando es un país que vive en la tragedia constante y desde hace siglos. Pero nos hemos ocupado ahora por las imagines de la televisión y hasta los americanos van a invadir el país para ayudarlo.
Hay varias formas de invadir un país: como en Irak, para hacer la guerra o como en haiti, para paliar una catástrofe, ayudar e imponer el orden, como ha hecho Obama en Haiti, aunque algunos le reprochen la iniciativa porque en cuanto huelen a americano, les da igual que el cohete sea intercontinental (para matar), o que vaya a la Estación Espacial Internacional.
No distinguen, como Daniel Ortega, el de Nicaragua, que ha criticado que EE.UU invada Haití con soldados, hospitales y ayuda humanitaria. En cuanto husmean al yanqui, les salen espumarajos por la boca. Lo llevan en los genes. Dios no está, o está en silencio, pero algunos humanos pían y graznan.