Al cantante Sting lo han pillado haciendo el amor con su mujer en unos aseos públicos. Una noticia reconfortante aunque no lo sea tanto porque hayan recurrido a un aseo público, sino porque tras 19 años casados y con cuatro hijos, todavía quieran hacerlo. Es para condecorarlos, oye.
Una medalla que tendríamos que pagar a escotes (como la sanidad y la educación), y que se merece Zapatero por haber logrado que Europa apruebe los corredores del Mediterráneo y Atlántico (hay que reconocérselo); aunque las comunidades peperas del interior quieran mangonear para incluir el corredor central; un proyecto que los vecinos franceses no quieren, aunque la ministra insista en el caprichito aragonés de tener un carísimo túnel por el Pirineo que puede joder el proyecto del Mediterráneo por aquello de que la avaricia rompe el saco.
No podemos caer otra vez en AVE sin pasajeros ni malcriar a los que niegan a Murcia agua para los campos de golf (porque no es ecológico), pero no rechistan
de las pistas de esquí que los aragoneses construyen en el pirineo para atraer turistas, tal y como pretende Murcia con el golf. Unos tienen nieve y otros sol, pero aquéllos pueden construir pistas de esquí en un paraje natural y otros no pueden ubicar campos de golf en un secarral.
Así que algunos tienen gula, y bula, para viajar a Norteamérica y suplicar que un multimillonario hortera acceda a ubicar una fotocopia cañí de Las Vegas en Madrid o Cataluña y que en vez de exhibir a Elvis Presley, sacará a Jorge Javier Vázquez con bata de cola. El Jesus Gil americano pretende que se le conceda ayudas fiscales y barra libre para transgredir ciertas leyes; una especie de reserva sin ley para convertir aquello en Las Vegas de Alcorcón y que lo que pase en Alcorcón se quede en Alcorcón.
Así que no a los campos de Golf, nunca, pero le abrimos los brazos a la ruleta y las tragaperras a cambio de empleo e inversión que cuando hay hambre, cualquier mendrugo está permitido.
Y entonces no sabemos quién será el que tire la primera piedra, porque también los hay que se oponen al proyecto por cuestiones éticas o morales, «van a traer vicio y putas», dicen, cuando ese putiferio ya anda muy frecuentado por ejecutivos y amas de casa, según denuncia hasta el New York Times. Y nadie dice nada.
O lo censuran con la boca pequeña de los tópicos habituales de las candidatas a reina de la huerta cuando pregonan que «es una lástima que la huerta se esté perdiendo». Pero ninguna de ellas se va a vivir en una barraca porque la mayor parte de ellas tienen estudios (afortunadamente), y buscarán un trabajico en la ciudad bien renumerado. La huerta si acaso, para ir de vacaciones y plantar unos tomates en el huertecico aledaño a la barbacoa, la hamaca y la tele del chalecito adosado. Qué bonito es mirar la huerta en las postales ecológicas o a través de la ventana climatizada. Por eso nos gusta más el golf y lo de el cantante Sting, ¿verdad usted? Pero lo difícil es encontrar a una mujer que lleve 19 años casada y que quiera hacerlo.
Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza