Llega la feria y como deberíamos tener la fiesta en paz, hemos procurado dejar a un lado la política (y el sexo) y buscar alusiones al ‘Discurso del método’ de Descartes o la ‘Crítica de la razón pura’ de Kant, eso pretendes, pero de pronto te das de bruces con una chica que te mira desde su web y te pregunta: ¿Qué hace el chico después de hacer el amor contigo? Pues no sé, le contestas: ¿Llamar a su hija para avisarle de que llegas tarde?...
Alexandra es una experimentada sexóloga y se refiere a si él se queda dormido, si te da un beso, si enciende el clásico cigarro o si te dice: «date la vuelta, cariño, que no he terminado la faena», que es lo que hacemos algunos.
Gracias a esta chica me he enterado de que existe el «brassiere push-up» que todavía no sé qué coño es. Y el traductor de Google sólo te dice que ‘brassiere’ es un sujetador (en francés) y ‘push up’ es ‘hacer subir’ (en inglés). Esto de ser mujer es muy jodido. Hay que saber idiomas.
La experta aconseja a las chicas que para reanimar la relación agobiada por la rutina, ‘se atrevan a jugar’. Y da sugerencias como la de ejercer de dominador/a: «Con un pañuelo vendas los ojos de tu pareja o puedes usar unas esposas para atarlo a la cama. Quien asuma el papel de dominador podrá ‘jugar’ con el cuerpo de su pareja !hasta enloquecerlo de deseo! «¡Anímate a jugar y cuéntame tus experiencias!», nos pide la muchacha entusiasmada.
Bueno, te las cuento: Una vez le dije a una chica que me esposara a la cama y en vez de hacerlo llamó a la policía. Yo creía que era para pedirle prestada las esposas, pero no. Cumplí mi fantasía pero con otra chica porque el poli era una mujer, tuve que irme con ella esposado y meter la mano en el bolsillo para disimular. En el izquierdo que es para donde uno carga.
No funciona, por eso he acudido al apartado de «las fantasías de las chicas», pero te remite al libro que has de comprar. Y nos quedamos sin saber si ellas también tienen la fantasía de hacerlo en la cama de sus papis mientras ellos ven la tele, aunque luego aparezca el padre con ese rollo de ‘mi cama’, ‘mi hija’, ‘mi ginebra’, ‘mis condones’. Sólo saben el posesivo ‘mí’. Son unos neoliberales que adoran la propiedad privada. Tengo que consultarlo con Pablito Podemos.
Tampoco sabemos si las chicas tienen la fantasía de hacerlo en la via del tren cinco minutos antes de que pase el convoy pues da mucha emoción porque al peligro de que te pille el tren mientras disfrutas, se une la cara que pone el maquinista y el traqueteo de la vía mientras llega. Y no tienes ni que moverte. La vía te hace el trabajo.
Aunque yo iba a hablar del ‘Elogio de la locura’ de Erasmo, eso pretendía, lo que ocurre es que ellas te distraen con sus cosas y terminas hablando de sexo. Son perversas.
Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.