Sabes que estás viviendo bien cuando te despiertas, te cepillas el pelo y de él te cae confeti», según confiesa la cantante Katy Perry. Sabes que estás viviendo bien, añado yo, cuando regresas a casa y ves que del bolsillo te caen sus bragas. Son formas de entender la cuestión, nada fácil, porque el tonto en España es muy socorrido pues le das a un listo la máquina de imprimir billetes y la desguaza y la vende por piezas, pero si la pilla un tonto le da por imprimir billetes para atar perros con longaniza y contentar a todo quisque, ‘cheques para todos’.
Y que nadie se me encocore porque algunos como Albert Ribera nos presentan como plato estelar la unidad de España, pero es que a otros no nos va el plato único. Ribera es un buen chico que en Cataluña ha hecho una ímproba labor contra los separatistas, pero ahora se nos aparece por Cieza endomingado como un vendedor de aspiradoras porque él es el partido, el líder, el Supremo y la tía Juana. La de la boda, sí.
Y tiene mérito, verdad usted, pero como quiere presentarse en todos los pueblos no sabemos a quién lleva de matute en la maleta. Pero eso sí: Ribera es el yerno perfecto que todas las madres quieren para sus hijas. Y el marido perfecto que todos queremos para nuestras amantes. El que la tenga.
Yo lo votaría para presidente del Gobierno pero no sé si conoce Cieza y qué puede aportar, pues él solito no puede ser alcalde universal y tener soluciones Prêt-à-Porter para toda España. Dime qué hacer con las pinturas del Paseo, por ejemplo, y te diré quién eres y qué pretendes.
Ribera está apoyado además por Jiménez Losantos y por Pedro J. Ramírez que están enrabietados porque Rajoy no los apoyó en su paranoia del 11M, con ETA por medio, y así se vengan del gallego porque los dos encarnan ese españolito castizo que es tan egocéntrico que la verdad y él no pueden estar juntos en la misma habitación porque no caben y se dan de hostias.
Ribera podría ser un buen presidente del Gobierno pues tiene hechuras y algunas ideas claras, pero no sé qué pinta por Cieza donde, oh casualidad, todos los señoritos son de izquierdas; de la presunta izquierda chandalera. Y sin que se les corra el rímel ni se les rompa una uña.
Debe de ser porque ya han perdido su status social y buscan seguir aupados a la peana y con derecho al reclinatorio con cadena del quiosco de Pablito Podemos, porque algunos se reúnen incluso en casa de los señoritos de toda la vida y suponemos que no es en la habitación de la chacha.
Será la ‘transversalidad’ esa que tanto monta, porque el más rico de podemos tiene 840.735 euros en dos cuentas de los malvados bancos que le han rentado 22.890 euros al año, mientras el más pobre sólo tiene 42.660. Yo no llego a los 67. Y todavía tengo que pagar un recibo por lo que puedo decir, a grito pelao, que países tod@s a mamarla. De uno en uno, eso sí. Yo pongo el confeti.
Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.