No hay nada más peligroso que un tonto con megáfono. Recuerdo que se pusieron de moda en una feria de Cieza, los vendían a tutiplén muy baratos y me eche a temblar. Efectivamente: todos los tontos se agenciaron uno y aquello fue un aquelarre. Tuiter es igual que un megáfono de mercadillo. Es cierto que ha contribuido a dejar limpios los aseos públicos, pero a un precio muy caro. Si dijéramos que Tuiter es el nuevo sustituto de los tontos que dejaban sus posdatas en los aseos públicos quizás no haríamos justicia, pero no erraríamos mucho.
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A la gente no le gusta que uno tenga su propia fe |
Los animalistas arguyen que sus compis son hervivoros, como las gallinas que se pasan su corta vida encerradas en unas jaulas del tamaño de una caja de zapatos. Los cerdos también son herbívoros y nadie menta nada del jamón. Los animalistas de las ladillas, los piojos y las chinches protegen a ciertos animales del sufrimiento, pero no a todos porque tendrían que proponerse a ellos mismos su suicidio colectivo. No conozco ningún animalista que no merezca la pena meterlo en un corral.
Uno era indiferente a los toros porque siempre me han atraído más las fiestas fetish o femdom, según, pues me pone mucho ver a un negro mandingo sometiendo a una zorra blanca, pero ante tanto énfasis y cardado festivo con esto de la fiesta nacional, me he preocupado por enterarme y resulta que ahora me gustan los toros (y el estofado). Los animalistas me han aficionado a la fiesta nacional que hoy se celebra, por cierto, con la deseada ausencia de los Pablitos Bananas, del momento, que andan más preocupados por la fiesta nacional catalana o vasca que por la española.
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La patria es la infancia.... |
Si Berlanga anduviera en las suyas nos dibujaría una caricatura de estos caricatos que con su nueva política, de hace siglos, nos están haciendo amar la de toda la vida. Y si Valle Inclan los retratara ahora habría suicidios colectivos en esta tropa que nos ha traído el festolín de lo palurdo elevado al cubo de la paletada. Son así y hay que tenerles pena. Los pobres no saben más, excepto echarle la culpa de su fracaso a la sociedad. Como todo mediocre que se precie.