8 de septiembre de 2008
La España cínica e hipócrita de toda la vida
"Nadie puede pretender que su verdad sea la única", le he oído decir a Adolfo Suárez en el vídeo que Victoria Prego ha elaborado para El Mundo. De eso hace 30 años, mientras que ayer mismo el autoproclamado como "rojo" y "justiciero de las mujeres", insultaba a los que no piensan como él, llamándolos cínicos e hipócritas pues se conoce que al muchacho le molesta que los demás no se cuadren en el primer tiempo
del saludo. Le viene de familia, de honras y capitanes.
Y tras los insultos conciliares por aquello de "aunar esfuerzos" y "unir lazos entrañables", añadió que con "su" memoria histórica sólo quiere cerrar heridas de hace 70 años, sólo 70 años, que no es nada, mientras ahorita mismo una anciana andaluza de 104 años tiene que esperar dos para recibir los beneficios de la Ley de Dependencia; la flamante ley social que el bienandante presidente del Gobierno se ha colgado en la solapa como una medalla y que más bien nos recuerda a la chapa de un chorizo a tenor de los resultados obtenidos y como muestra bien vale un botón, o eso dicen los expertos en estas lides y covachuelas. Además de haber conseguido medio millón más de parados en tan sólo un año. Está que se sale.
No me extraña, porque mientras nuestro prohombre busca el cadáver de Andreu Nin, camarada y "compañero del alma, compañero" (el del anarquista del POUM torturado y asesinado por los demócratas de izquierdas), los trabajadores pierden poder adquisitivo, como siempre, mientras los millonarios siguen forrándose, como siempre. Eso sí, el muchacho de izquierdas va a subir las pensiones mínimas un 6% (unos 40 euros mensuales de chocolate para el loro con una inflación del 5%). Y además quiere hacer justicia retrospectiva mientras la justicia que nos toca no sólo que tiene retrasos, atascos e incompetencias, sino que deja libre a pederastas y delincuentes, con pasaporte incluido en la remesa.
Este es el rojo justiciero que va por ahí con medallas de chapas de chorizo, ya digo, nuestro Capitán Trueno con el que siempre gana el bueno, y que aprueba leyes para proteger la costa mientras Pepiño Pericles, su "compañero del alma, compañero", se la pasa por el forro, la entrepierna y los cojones, ya puestos, pues se construye un ático a pie de costa en la isla de Arosa. Por tol morro. Chulo que es uno. Tienen bula, dispensa, regalía, gracia y fuero. Y además se permite llamar hipócritas al resto. Con dos cojones, sí, señor. Olé tus huevos. Y tu cinismo inmoral e hipócrita.