Antonio F. Marín: El pirenaico

4 de enero de 2015

El pirenaico

La ropa interior es para quitársela, según Elsa Pataky. Cierto. Eso le digo yo a todas pero no hacen caso y te ponen pretextos como que las puede ver el acomodador. O que las pille los satélites de Google Earth. O que el taxista pueda verlas por el espejo retrovisor.

Excusas de mal pagador que no se entienden y no nos extraña, porque el otro día volví a ver 8½ de Fellini y me di cuenta de que la entendía sin más retortijones mentales. La primera vez me quedaron dudas que no revelé por si me tomaban por tonto (la ‘espiral de silencio’).

«Ya no tengo nada que decir, pero aún así quiero decirlo», confiesa el protagonista acuciado por una crisis creativa y existencial. Yo tampoco tengo nada que decir, nada, pero estás tranquilo sentado en tu mata y viene un hijoputa y te mete en una lata, como los tomates. Y te pones a escribir sin tener nada que decir.

Decir algo sin tener nada que decir es difícil porque te sobran las palabras para no decir nada de lo que quieres decir, sin poder, ya digo. Hace años uno escribió que existía el ‘demócrata de primera línea de playa’, y luego lo amplié en estas columnas con la variante del ‘tonto de primera línea de playa’.


Ahora Antonio Burgos mete a este tonto en su glosario particular cuando este tonto es mío. Si empezamos a robarnos los tontos lo llevamos claro porque tontos haberlos haylos para gustos y colores, pues parece que en Cieza desmantelan el servicio de urgencias pediátricas, según ha denunciado la Plataforma Pro Hospital, pero tenemos una piscina climatizada con jacuzzi y baño turco. Para chuparse los dedos. Como los millonarios.

Porque todos queremos ser millonarios y por eso nos hemos gastado los dineros en comprar lotería para que nos toque, repartir los millones entre los pobres y seguir a Jesucristo. O para apoquinar impuestos para rescatar las cajas saqueadas y que los desahuciados puedan pagar la hipoteca y dejar el piso en herencia a sus hijos. Propiedad privada y herencias para todos, según el ‘Manual del buen comunista’. No les vale con que les paguemos una vivienda social, el alquiler o una residencia de ancianos, como ya se hace con miles de personas que son tan dignas o más. Yo he vivido muchos años en una habitación realquilada de Palma. Y a mucha honra.

Pero no. Tenemos que pagarles, por tol’ morro, su propiedad privada y que puedan dejar la herencia a sus hijos, nietos, primos y demás familia. Y no he de callar, por más que «con el dedo silencio avises o amenaces miedo»... O pese a la ‘espiral de silencio’. ¿Sois trece?... Pues agarrádmela a ver si... lo sigo contando en un periódico clandestino por si algún Pablito Bananas o Urraca Colau, consigue controlar los medios de comunicación que no sean de su casta. Lo llamaré «El Pirenáico», y ya tengo la multicopista para lo de la clandestinidad.

Aunque ellas sigan poniendo excusas para no quitarse la ropa interior que es para quitársela. Y si lo dice la Pataky me callo. No tengo nada más que decir. Lo diré en El Pirenaico.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

Mobusi