Lo único que les pido, por favor es que me hagan una cruz sencilla, carpintero (León Felipe) «sin añadidos ni ornamentos... que se vean desnudos los maderos, desnudos, y decididamente rectos... Que no haya un solo adorno, que distraiga este gesto: este equilibrio humano, de los dos mandamientos... sencilla, sencilla... hazme una cruz sencilla, carpintero».
Por eso uno vive la Semana Santa ajena al folklor de Antonio Banderas, por poner un ejemplo, malo, por cierto, porque solo más sinceridad en los legionarios que custodian al Cristo de la Buena Muerte, de Málaga, que en muchos cofrades y políticos de cirio y peana. Son pocos, es cierto, pero quizás algunos todavía no hayan comprendido que lo importante de esta semana es esa Resurrección en la que casi nadie cree (excepto los niños y los que se hacen niños para creer, como en la peli Ordet de Dreyer).