Antonio F. Marín: agosto 2014

31 de agosto de 2014

Cowgirl



La feria se acaba y el otoño se presenta ‘caliente’, es decir, más de lo mismo porque no hay otoño que no sea caliente. Es tradición como las castañas asadas, pero aquí no hablamos de calenturas otoñales sino de cuestiones muy principales porque la web ‘enfemenino.com’ ha realizado una encuesta en varios países (11.000 entrevistas) y ha sacado unas conclusiones desoladoras.

Nos quedamos sin echarnos novia formal pa’ los restos, porque la mayoría de las chicas quieren un hombre alto y de ‘complexión atlética o musculado’. Hasta hace poco preferían la belleza interior y bla, bla, bla, pero ahora resulta que no; que les ponen los ‘pepito-chulopiscinas’ y los cachas de gimnasio.

Las chicas se fijan sobre todo en el rostro, las manos, los pectorales y el trasero, según la encuesta. Y por este orden. Vale. Aunque es un problema peliagudo porque a mí me conviene que se fijen más en mi culo que en mi cara. Salgo ganando. En segundo lugar se fijan en las manos (no especifican si es cuando está dentro o fuera de su braguita). Y luego en los pectorales y el culo. Así que ellas también miran el culo como nosotros. Vamos avanzando en la igualdad.

Del rostro le gustan los ojos, pero para conquistarlas hay que tener con ellas atenciones románticas, aunque no sabemos si es mejor agasajarlas con una poesía o un jamón. Mi experiencia me dice que prefieren siempre el jamón. Con lacitos, eso sí.

Y lo que las vuelve locas de gozo y de dicha jugosa y/o caramelo es una postura masculina muy clásica: cuando el chico sale de la ducha con una minúscula toalla. La cuestión radica en cómo te presentas en el pub recién duchado y con una toalla pequeña. Así no hay manera porque tampoco puedes decirle a una chica que te encuentres por la calle que te acompañe a tu casa porque vas a ducharte. Te va a tomar por raro, aunque luego ellas busquen chicos así para despedirse de solteras.

Tampoco les gustan los chicos sumisos pues se pirran por los que «toman las riendas y tienen claro lo que quieren». No les gustan los calzonazos, los desprecian, pero si tomas las riendas y le dices que lo tienes muy claro y que lo que quieres es echar un polvo se mosquean. Que conste. No se aclaran.

Un acabose, verdad usted, porque la postura sexual favorita de ellas varía en función de cada país. Y te las tienes que estudiar todas ya que las alemanas, francesas y polacas prefieren la del clásico misionero, mientras que las italianas y holandesas prefieren la postura del perrito.

En España y Brasil la preferida es la de ‘cowgirl’ , es decir, cuando ella se sube encima mientras sube y baja y agita un sombrero como si estuviera sobre un toro mecánico. O como si anduviera encima de una bomba como en la peli de Stanley Kubrick, «¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú». Mola. Porque así es ella la que se mueve, la que trabaja, y mientras tanto tú puedes cruzarte de brazos y pensar en el culo de su mejor amiga. Coincidimos.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

26 de agosto de 2014

Yo he venido aquí a hablar de mi gaseosa


Umbral fue a una entrevista a hablar de su libro y yo he venido aquí a hablar de mi gaseosa; del vale para  la gaseosa que me han prometido en Amazon si me dan  muchas estrellas.

Y me he acordado de Ramón Buenaventura cuando decía  que "el  Ulises hoy no se publicaría”. Y tiene razón.  “En un momento en el que se impone la dictadura del lector” –añade-, “reivindico  la libertad absoluta del escritor como la que tuvieron Joyce,  Cervantes, Pruts, Camus, etc”.   

O Henry Miller, añado yo. Hay que escribir lo que tienes que escribir, tanto en columna o libro sin importante las modas, las mojigaterías,  ni qué pensarán de ti porque si no,  te pones a escribir  de espadachines, costureras, espías o misterios de 4º Milenio. Literatura de usar y tirar.  El que más votos  tiene (se puede votar hasta el 15 de septiembre),  es el autor de una novela de zombies, cómo no. 

Pero si la libertad del escritor es sagrada,  también lo es la del lector para no comprarla o leer lo que le salga de los cataplines. Así que nada que objetar y que cada uno lea lo que le hace feliz.  Yo me inicié en la lectura con Emilo Salgari que escribía novelas del Oeste. Pero muy buenas.



Ahora ya no se vende ni Emilio Salgari, ni los cuentos de los hermanos Andersen o Grimm, ni las Aventuras de Guillermo del genial Richmal Crompton cuya colección completa de treinta y tantos volúmenes me devoré en un verano. Son otros tiempos y gustan otras cosas, muy respetables,  porque no soporto los cánones. Ni a los que los establecen. 

Pero yo he venido aquí a hablar de  mi gaseosa, o sea, de mi libro.

Y como os habéis portado muy bien  hasta el día 30 os podéis bajar mis tres anteriores novelas completamente gratis. Más no me deja Amazon.

La actual sólo vale 1,53 euros (no puedo regalarla, aunque el precio es simbólico, obviamente). Para bajaros las gratuitas y la de pago tenéis que hacer lo que pone en estos enlaces de abajo. Sé que es molesto, pero el futuro no es el papel sino los lectores electrónicos. Una una vez comprado el libro os envían unas instrucciones con estos enlaces para descargarlo. Y los enlaces también valen para los tres libros hasta el día 30 de agosto.

Para conectarte y bajarte el libro con red inalámbrica, es decir, dejarlo encendido y que se baje sólo, leer esto: Y la ayuda general para bajártelo según tengas tableta, móvil o lector de eboks, está aquí.
 
Mil gracias de nuevo. 

24 de agosto de 2014

Jugar

Llega la feria y como deberíamos tener la fiesta en paz, hemos procurado dejar a un lado la política (y el sexo) y buscar alusiones al ‘Discurso del método’ de Descartes o la ‘Crítica de la razón pura’ de Kant, eso pretendes, pero de pronto te das de bruces con una chica que te mira desde su web y te pregunta: ¿Qué hace el chico después de hacer el amor contigo? Pues no sé, le contestas: ¿Llamar a su hija para avisarle de que llegas tarde?...

Alexandra es una experimentada sexóloga y se refiere a si él se queda dormido, si te da un beso, si enciende el clásico cigarro o si te dice: «date la vuelta, cariño, que no he terminado la faena», que es lo que hacemos algunos.

Gracias a esta chica me he enterado de que existe el «brassiere push-up» que todavía no sé qué coño es. Y el traductor de Google sólo te dice que ‘brassiere’ es un sujetador (en francés) y ‘push up’ es ‘hacer subir’ (en inglés). Esto de ser mujer es muy jodido. Hay que saber idiomas.

La experta aconseja a las chicas que para reanimar la relación agobiada por la rutina, ‘se atrevan a jugar’. Y da sugerencias como la de ejercer de dominador/a: «Con un pañuelo vendas los ojos de tu pareja o puedes usar unas esposas para atarlo a la cama. Quien asuma el papel de dominador podrá ‘jugar’ con el cuerpo de su pareja !hasta enloquecerlo de deseo! «¡Anímate a jugar y cuéntame tus experiencias!», nos pide la muchacha entusiasmada.

Bueno, te las cuento: Una vez le dije a una chica que me esposara a la cama y en vez de hacerlo llamó a la policía. Yo creía que era para pedirle prestada las esposas, pero no. Cumplí mi fantasía pero con otra chica porque el poli era una mujer, tuve que irme con ella esposado y meter la mano en el bolsillo para disimular. En el izquierdo que es para donde uno carga.

No funciona, por eso he acudido al apartado de «las fantasías de las chicas», pero te remite al libro que has de comprar. Y nos quedamos sin saber si ellas también tienen la fantasía de hacerlo en la cama de sus papis mientras ellos ven la tele, aunque luego aparezca el padre con ese rollo de ‘mi cama’, ‘mi hija’, ‘mi ginebra’, ‘mis condones’. Sólo saben el posesivo ‘mí’. Son unos neoliberales que adoran la propiedad privada. Tengo que consultarlo con Pablito Podemos.

Tampoco sabemos si las chicas tienen la fantasía de hacerlo en la via del tren cinco minutos antes de que pase el convoy pues da mucha emoción porque al peligro de que te pille el tren mientras disfrutas, se une la cara que pone el maquinista y el traqueteo de la vía mientras llega. Y no tienes ni que moverte. La vía te hace el trabajo.

Aunque yo iba a hablar del ‘Elogio de la locura’ de Erasmo, eso pretendía, lo que ocurre es que ellas te distraen con sus cosas y terminas hablando de sexo. Son perversas.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

22 de agosto de 2014

La espera se retrasa (inicio)

Limpiarte los zapatos aun sabiendo que va a llover, es la actitud más sensata para mantener la serenidad cuando a tu lado la razón desbarra. Qué remedio, se piensa Roberto mientras guarda los aperos de limpieza y tacha la fecha en el calendario, tal y como hacía ávido todos los días a primera hora de la mañana, como si quisiera tirar de la soga para que llegara cuanto antes eso que esperaba que ocurriera, aunque no sabía qué.

Peo que tenía que llegar, seguro, porque si no nada tendría sentido, se decía mientras tachaba un nuevo día en el calendario con la paciencia del que va esculpiendo la piedra de una catedral que sabe que jamás verá terminada. No le importaba, ni le importa, porque incluso se alegra si algún día se le olvida tacharlo pues al siguiente tiene un día extra para tachar. O dos. Y al emborronar varios días seguidos sentía como si adelantara la espera y que lo que tenía que ocurrir llegaría antes.

«La felicidad consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar», había leído en un cartel de un comercio. Fue cuando se cercioró de que había alguien en el mundo que le daba la razón. Luego averiguó que la cita no era de la cajera, sino de Thomas Chalmers, pero coincidía con él (y con la cajera). Él lo esperaba desde siempre, desde que en la adolescencia comenzó a tachar los días en el calendario con el ánimo de que ocurriera aquello que aún no sabía qué era. Tenía los sueños en lata, quizás en aceite de oliva, quizás en escabeche, pero le daba igual. Porque algo tenía que ocurrir aunque no supiera qué.

Habían pasado algunas cosas, es cierto, no podemos ser superficiales y no reconocer que algo había ocurrido porque Roberto Alberola de la Viña había terminado la carrera de arquitectura, se había echado novia, se había peleado, se había comprado un coche, había dispuesto el despacho, había tenido otras novias, se había entrampado en una hipoteca, vivía relativamente bien y todavía tachaba todos los días con la esperanza de que cada día le quedaba menos para el advenimiento de eso que no sabía que era pero que tenía que ocurrir. Era lógico que así fuera. Lo decía Chalmers (y la cajera).


No recordaba la última vez que había sido feliz. Me pilla lejos, solía decir para excusar que todavía anduviera sin emparejar en el padrón, porque aunque el horóscopo llevara años advirtiéndole que si no tenía pareja, esa semana sería la propicia para encontrarla, él ya había dado con ella y salía con Elena, aunque sin plantearse llegar a mirar los muebles del Ikea. Había leído que para ser feliz era imprescindible encontrar a una chica que compartiera unos valores comunes, y era cierto, pero dónde encontraba él una chica adicta al sexo, le solía contestar al que se inmiscuía en su vida privada.

Salía con Elena sólo cuando les apetecía, sin compromiso, porque su más perentoria urgencia era tachar todos los días en el calendario para acelerar la llegada de eso que esperaba con la ansiedad con la que los presidarios tachan los días para ir eliminándolos y acercarse más a la libertad. Pero él estaba libre y seguía aguardando porque hasta ahora su vida se podía resumir en unos escuetos pies de foto. La última chica que amé de verdad se fue y ni me di cuenta, había comentado a sus amigos cuando le preguntaban porque no tenía una novia formal, reglamentaria. No me gusta el matrimonio porque para follar prefiero a las mujeres solteras, añadía socarrón para que lo dejaran en paz porque él no tenía nada contra el matrimonio, lo respetaba mucho y prueba de ello es que todavía no se había casado. Eso decía ufano.

 Podríamos decir entonces que Roberto Alberola de la Viña vivía relativamente tranquilo en un chalet de una urbanización en las afueras; una vivienda de planta baja y principal con jardín y piscina rodeada de pinos que él mismo había plantado y que ya daban buena sombra y algunos piñones. Él cocinaba, lavaba, planchaba y hacía todas la labores domésticas porque su madre lo había educado así y creía como ella, que no hay que asignar roles estancos a los niños y las niñas.


Es lo que pensaban también los expertos pedagogos con los que él suele coincidir porque considera absurdo regalarle a una niña una Barbie y a un niño un Scalextric. A mí de pequeño me gustaban muchísimo las muñecas, solía decirles a sus amigos.

- Pues eso es raro -le reprochaba alguno.
- Pues yo me divertía una barbaridad jugando con las muñecas. Las ataba a un paracaídas y las tiraba desde la terraza.
- Muy divertido.
- Sí, fue cuando constaté que Newton tenía razón, que la aceleración que origina la gravedad es de 9,8 m/seg y que si me tiraba a tiempo de la terraza, caería antes de que la tata se percatara de que me había comido la tarta. Fue también cuando mi madre me llevo al psiquiatra. Por primera vez. Por jugar con muñecas, no por lo de la tarta.

Roberto se solía tomar las cosas a chunga, cuando podía, porque los demás ya se encargaban de joderlas, según solía decir. Y en este chalecito de las afueras se levantaba todos los días y antes de desayunar tachaba la fecha en el calendario como si quisiera arrearle a los días para que se sucedieran con más velocidad y llegara eso que no sabía qué era, pero que tenía que ocurrir. Eso que tenía que suceder y que quizás, tal vez, pudo llegar aquella mañana cuando fue a visitar el edificio de cuatro plantas y entresuelo que estaba reformando y le informaron de la aparición de una una mujer emparedada tras un tabique. Un obrero que tiró un tabique en el sótano, junto a la zona de las calderas, la encontró entre ellos.

(Primera parte del libro publicado en Amazon)

21 de agosto de 2014

La espera se retrasa

Mi última novela "la Espera se retrasa"  se acaba de publicar en la librería online Amazón. Han sido tres años de trabajo, a trancas y barrancas, pues la inicié cuando acabé la tercera en 2011. Y puse el punto y final a su primer borrador el 15 de febrero de 2012. Luego se quedó parada, cogida a ratos y vuelta a dejar. Olvidada. Y vuelta a coger corrigiendo el borrador una y otra vez pero sin orden ni rutina.

Hasta que hace unos meses volví al orden y el concierto y he podido terminar definitivamente lo que acabé un 15 de febrero de 2012. Con trabajo, rutina, orden y más rutina, como siempre, y sin esperar a que de pronto te venga la inspiración. Poniéndote a escribir sin ganas, madrugando hasta los domingos para estar más fresco con la fresca. Al final el parto ha terminado y la he publicado en Amazón.es  en formato digital para tabletas, móviles y lectores eBook. Pero se puede leer en el ordenador bajándose un programa gratuito.

Sólo cuesta 1,53 euros y. según me dicen. si recibe muchos votos (muchas estrellas) te dan un vale para una gaseosa. Y si les gusta se publicará en papel en España y Estados Unidos. Pero eso lo de menos. Lo importante es la gaseosa y la satisfacción del trabajo bien hecho, cuando has dado lo mejor de ti no importa fracasar porque siempre hay alguien mejor que tú. Hay que ser humildes. "Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor", que decía Samuel Beckett. Y ya estoy fracasando mejor porque tengo en ciernes la quinta.

Cuando era niño y acudía a la biblioteca del Camino de Murcia, buscaba por orden alfabético los autores y me decía, aun siendo niño: “Algún día habrá aquí una novela mía”. Y ahora mismo hay dos en papel y otras dos en tiendas online. Cuatro en total. He cumplido sobradamente mis sueños de siempre y puedo morir tranquilo. 


Y una vez acabado el trabajo toca divertirse unos días. Me lo merezco pues he estado encerrado trabajando un montón. Para mí esta novela ya está olvidada y he puesto las primeras líneas de la siguiente, la quinta. Para fracasar mejor. Pero será para el otoño. Si sobrevivo. Ahora hemos llegado a puerto tras una dura travesía. Y toca divertirse.


17 de agosto de 2014

Cómodos

Dormir desnudo es el secreto para tener a tu pareja cómoda y feliz, según los expertos. Es probable, pero conmigo siempre se han metido en la cama con el pijama polar. Y algunas hasta se ponían un traje de neopreno como si fueran a bucear y todo.

La próxima novia no será buzo sino astronauta, le dices tú para darle celos; pero no cuela porque las chicas no querrán hacer viajes intergalácticos porque las naves espaciales son muy pequeñas y no podrían entrar juntas al cuarto de baño.

Eso es tan improbable como que en España los corruptos devuelvan las perras. La justicia va rastrillando poco a poco la era pues ya andan en chirona Díaz Ferrán, María Antonia Munar, Jaume Matas, Carlos Fabra o Bárcenas. Y los ex-presidentes andaluces Chávez y Griñán ya están en capilla ante el Supremo, pero todavía no hay ni un culpable del saqueo de las cajas. Se nota la falta de medios de la justicia y la enorme cantidad de aforados.

El sistema funciona aunque es lento al ser el más garantista del mundo, pero todavía nos queda mucha cizaña que segar, mucha, pero con la guadaña democrática y sin el concurso de los ‘jauja-justicieros’ que atan perros con longaniza, porque habíamos quedado en que los Reyes Magos son los papás y que los príncipes azules también se tiran pedos.

Se supone que habíamos escarmentado de las promesas de superar la riqueza de Alemania en 2010, pero ahora nos ofertan Jauja sinfín para todos, como en Cataluña con sus independencias y demás lolailos que consentimos, según nos decían, para que ellos se «sintieran cómodos en España». Y donde se sienten cómodos es en Suiza.


10 de agosto de 2014

Enredos

La serenidad no consiste en estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella (Tomás de Kempis). Y por eso celebramos el último aporte de la Ciencia al sosiego del espíritu, pues dos físicos de la Universidad de California han averiguado por qué se lía siempre el cable de los auriculares.

Allí no hay recortes, y uno se alegra porque esta cuestión me tenía en un sinvivir. Aunque tras leer el estudio publicado en la revista PNAS he conseguido serenarme porque los enredos son el resultado de una función «en la que se relaciona la longitud del cable y su agitación». Quiere decirse que si no tocas el cable no se enreda.

Y además han averiguado que cuanto más largo es el cable más se lía. Y nosotros en el guindo. Lo han sabido tras meterlo en una cajita y agitarla para liar el cable. Y así hasta 3.415 veces. Seguro que han recibido una subvención I+D. Y que ha corrido el champán para celebrar el hallazgo. Un día de estos consiguen descifrar por qué los españoles creen que el Estado del Bienestar consiste en cobrar pluses por ir con medias a la oficina (Ayuntamiento de Málaga).


3 de agosto de 2014

Betches

Ser una ‘perra’ está de moda, según los sociológicos. Las ‘betches’ son una tribu urbana de chicas que toman como ídolo a Paris Hilton o Kim Kardashian y tienen tres reglas: no ser pobre, no ser gorda y no ser fácil (con los tíos). Curioso, porque según esta descripción todas las mujeres que he conocido en mi adolescencia eran unas «betches». Y no lo sabían.

Tampoco sabíamos que baja el paro y que se vuelve a crear empleo ‘por primera vez desde 2008’ (El País); aunque en este ‘milagro’ tengan mucho que ver los bajos salarios y los contratos temporales. Debe de ser inevitable porque hasta Pablito Podemos le paga 500 euros a sus empleados pese a que auto-dona a su empresa el 75% de los 21.000 eurazos que pilla del dinero público. Se ha tomado a pecho la parábola de los talentos.

Qué pena que Jesucristo condenara enérgicamente la lapidación de adulteras porque Pablito lo podría haber entrevistado en su programa Ford Apache de la TV de los ayatolas iranies que lapidan adúlteras y ahorcan homosexuales. Otra vez será. No pasa nada porque se pueden dirigir programas en una televisión hitleriana y no ser cómplice del holocausto.


Mobusi