El cobarde de Fernando Fernán Gómez ha vuelto a las andadas y ha contestado desabrido a una periodista que no le vuelva a preguntar nada más si no esta bien informada. A este señor (es un decir) se le toman estas cosas a chacota y los mismos periodistas babosos que por allí andaban se rían y le reían la “gracia” mientras él senil vejestorio humillaba a una mujer que estaba allí trabajando. A su propia compañera. Ninguno tuvo el valor de levantarse y marcharse. O de tirarle las cámaras al suelo. Se oían risitas condescendientes con el “genio” cobarde, y decimos cobarde porque cobarde es el que se vale de su posición para humillar al más débil, en esta caso una periodista que estaba allí indefensa y que tenía que aguantar porque no tenía más remedio. Y digo también cobarde porque este tipejo es otro más de los muchos que durante la dictadura vivió muy bien, tenía trabajo, cobraba y no decía ni pío, hasta que
una vez pasado el peligro se descubrió, oh cielos, que era demócrata de toda la vida.
Un carcamal gruñón amargado que no sabe lo que son las buenas maneras, ni la tolerancia, ni el diálogo, ni las reglas de urbanidad. “Es que ha escrito libros y ha rodado películas” Sí, ¿y qué? Porque parece que el “enfado” le ha venido al cretino por las criticas que se han hecho al cine español, que se joda, porque esas críticas las hace la gente porque le sale de la punta del capullo. Repetimos: de-la-pun-ta-del-ca-pu-llo.
Y usted a tragar con ellas o a morirse que ya va siendo hora de que lo eutanasien, manque le pese a Elvira Lindo que dice la pobre que anda enamorada del chocho. Debe de tener complejo de Electra y ante la imposibilidad de follarse a su padre lo quiere intentar con el pellejo de Fernán Gómez. A lo mejor Zapatero en vez de propugnar una Alianza de Civilizaciones lo que tenía que buscar es una alianza para educar a tipejos de esta calaña y evitar que den mal ejemplo a los niños.
Pos Después.- Cela también era algo estúpido, desde luego, pero el gallego escriba doscientos mil millones de veces mejor que el chocho de Gómez y los medios lo ponían a caldo sin contemplaciones llegando incluso la secta cursipogre a acusarlo de plagio. Lo odiaban porque el mediocre siempre odia lo que ve superior a él. A Gómez lo veneran.