Antonio F. Marín: Meterle mano a tu mujer

15 de marzo de 2005

Meterle mano a tu mujer

A la de uno, se entiende. Pero decía que quiero darle las gracias a todos los que me escriben animándome en mis sinsabores y denuedos, aunque comprenderéis que no puedo hacer mucho caso a los consejos que me dais para aliviar la atribulación existencial que uno siente cuando se percata de que los avances técnicos y el progreso de la humanidad nos está dejando en cueros ante tradiciones tan seculares como meterle mano a tu mujer mientras cocina la cena, mientras reboza las berenjenas. Ahora ya no cocinan, ponen el microondas y se van. “Abajo el microondas”, podría ser el lema de nuestra Plataforma Cívica por la Decencia y las Buenas Costumbres. El odioso microondas que ha acabado con una de las mayores satisfacciones que puede existir en la vida. Por mucho menos se fe al carajo el Imperio Romano, que conste. Pero pese a ello no puedo hacer caso a los consejos que me dais para suplir semejante falta por los motivos que a continuación se detallan:
a) Lo de echar la tarjeta de crédito en la lavadora para que ella se quede mirando como da vueltas y que tú, mientras tanto, puedas darle cuartelillo (meterle mano), no parece muy procedente porque

después de todo se supone que la tarjeta es compartida y tú también la pierdes si se moja.
b) Lo de esperar a que ella esté planchando para meterle mano tampoco parece muy oportuno debido a que al tener ella en la mano semejante artefacto caliente, puede ocurrir, no lo quiera Dios, una desgracia.
c) Lo de esperar a que se esté depilando para aprovechar y meterle mano por detrás tocándole las tetas, tampoco parece muy oportuno pues al estar ella sentada te pierdes el tocarle el coñito y queda como muy soso.
De todo ello se infiere que lo más correcto es esperar a meterle mano cuando ella esté en la cama, pero es que entonces no tiene gracia. Somos así de perversos.

Mobusi