Antonio F. Marín: Bragas y bicicletas

3 de julio de 2005

Bragas y bicicletas

Pues ya tenemos aquí otra vez el Tour de Francia. Yo lo echaba de menos porque con el Tour de Francia duermes mejor la siesta, te quedas eclipsado con la voz de los comentaristas y sólo te despiertas cuando van a entrar en la meta, cuando hay alguna escapada peligrosa o cuando se produce alguna caída. Yo cuando era pequeño también me caía mucho de la bici coincidiendo siempre con la presencia de alguna chica mayor con el fin de verle las bragas. Porque además cuando se agachaban para cogerte, ¿te has hecho daño?, les veías la tetas por el canalillo. Algunas hasta llevaban tu cabeza a su pecho y decían probecico, que se ha hecho daño al caerse de la bici. Y te achuchaban, de daban besos y te acariciaban. Y si encima llorabas te comían a besos. Por eso yo sé llorar mucho, se me da muy bien y tengo mucha práctica. Lloro con una facilidad pasmosa que aprendí en aquellos duros tiempos veraniegos de bicis, bragas, tetas y besos. Las bicicletas son para el verano, dijo uno que no tenía imaginación. Y para verle
a las mujeres las bragas, eso también, si sabes caerte a tiempo claro y aguantar luego el chaparrón cuando llegues a tu casa con la bicicleta rota. Pero no importa, nadie ha ganado batallas sin hacerse un rasguño y las heridas de guerra honran, aunque mi bici siempre anduviera por el taller sin que el tallerista, digo el bicicletista, digo el mecánico, se explicara aquélla circunstancia. Es que los ciclistas padecemos el mal de altura y perdemos el equilibrio, me solía excusar yo sin mucho éxito cuando llegaba la factura a casa. Y me castigaban por mentir, porque eso del mal de altura es cosa del montañismo, fíjate, y sin saberlo, ignorante de mí, porque de haberlo sabido me hubiera dado a la escalada parea caerme de la pared y verle a la enfermera del 091 las bragas.

Mobusi