Antonio F. Marín: Los cursis moralistas

29 de enero de 2006

Los cursis moralistas

Es el momento de los “encuentros”, ha comentado Iñaki Gabilondo en el canal Cuatro. Gabilondo sí, ese tipo que es el paradigma de lo cursi, el cursi antológico, el cursi por antonomasia, el cursi rococó con acantos y gardenias, el cursi con triglifos y acantos, el cursi con ribetes y cenefas. Cursiprogre como su colegui, Javier Pradera, que en El País escribe: "Finalmente, tal vez un acercamiento etiológico al comportamiento no verbal de los políticos permitiría analizar su libidinosa urgencia de realizar despliegues rituales periódicos en los espacios simbólicos de la vida pública". Estoy a la espera de la traducción que he encargado porque éste es un cursi espacial, de esos que “buscan espacios para el diálogo”, “espacios para el encuentro” y espacios para la paella donde no sople el viento. Más cursi que Gemma Nierga o que la gala de los Goya, que ya es pulir el charol. Pero eso de que es el momento de los “encuentros”, decía, es también lo que se suelen decir los jefes de la mafia cuando se reúnen en Las Vegas para repartirse el pastel, el botín, el pillaje, la ratería y la rapiña. Es el momento de los “encuentros”, dice el cursilón con moño, copete, plumero y rebaba al que parece que no ve en la tele ni su abuela, si la tiene, porque su filia/fobia es tan evidente, su sectarismo es tan chirriante que el figurín ha perdido toda la credibilidad y sólo lo debe de ver Peces Barba; el apóstol de los buenos y
los malos que ahora despotrica en un libro con que los males de España son el PP, la Iglesia y los nacionalismos extremos. Lo de los nacionalismos puede ser, pero yo no recuerdo que el PP ni la Iglesia hayan montado un GAL para secuestrar y asesinar a los ciudadanos, ni que se hayan apañado un contubernio de corrupción para llevárselo calentito mientras Gabilondo se hacía el loco por la radio y Peces Barba se escondía pusilánime y no daba la cara para denunciar el asesinato y el robo de sus semejantes. Precisamente los que se tenían que estar calladitos y pidiendo perdón, son los que se permiten darnos lecciones de ética. Lecciones de ética ninguna. Ni de estos dos pájaros, ni de Rubalcaba, a la sazón portavoz de aquel Gobierno que mentía y mentía tras cada consejo de Ministros. No paraba de mentir a preguntas de los periodistas como portavoz de aquel Gobierno de la infamia. De la historia Universal de la Infamia Rubalcaba y Peces Barba.

Mobusi