Antonio F. Marín: Torres humanas

23 de agosto de 2006

Torres humanas

Hoy empiezan las fiestas en Cieza, mi pueblo, y voy a comprarme una barra de turrón en las casetas de las turroneras que vienen de fuera. Como es tradicional. Porque por aquí se come turrón en Navidad y en verano, en agosto, en las fiestas del patrón. Por otros pueblos tiran cabras del campanario, pero por aquí comemos turrón y nos hinchamos a comer grasas variadas en las tascas de la Plaza de España. Las fiestas patronales son como las de todos los pueblos, aunque por aquí no se sueltan vaquillas para burlarlas, herirlas y mofarse de ellas. Ni se hacen torres humanas y cosas así como en Cataluña, donde hace unos días se mató una niña después de caerse de un “castel” o torre humana, que es muy tradicional en la moderna Cataluña. Si esto hubiera ocurrido en el resto de España nos habríamos escandalizado y habríamos hablado de tradiciones castizas de la
España eviterna, casposa, costumbrista y olé. Pero, oh, cielos, ha sido en la culta, moderna, cosmopolita y nacionalista Cataluña donde atan los perros con la longaniza y son los adelantados de la Ilustración que iluminan al resto de la España cateta. Uno que no entiende de estas exquisiteces nacionalistas de tribu y tótem con Viagra, se pregunta por qué los cursiprogres dan alaridos cuando se tira una cabra del campanario y no cuando se cae una niña y se mata en una torre erigida como monumento a la estupidez humana, al yo más que tú, al tú no tienes cojones para hacer la torre tan alta como la que yo hago, etcétera; es decir, a las costumbres castizas de la España ultramontana, agropecuaria, costumbrista, pintoresca y olé. Ya puestos a hacer torres mejor la de la foto de arriba. Como es natural la prensa cursiprogre no ha levantado la voz para no ofender a los exquisitos y tribales nacionalistas, a la riqueza plural de España, y se ha encogido de hombros sin preguntarse dónde estaba el Defensor del Menor, por ejemplo. De vacaciones, suponemos.

Mobusi