Habito este cuerpo que un día fue sólo mío
apenas recuerdo esa otra existencia
de pasillos fríos.
Veo aquella que fui,
casi irreconocible,
casi yo.
Leo sus versos antiguos
sus antiguas manos
sus viejas heridas
sus naves quemadas.
Y hoy, que vengo de decirte
todos mis silencios,
de explicarte el color de los puñales,
ante ti me expongo sin alegatos previos
y al tribunal perfecto de tus manos,
me declaro irrenunciablemente tuya.
Pura Salceda
Versos de perra negra - SIAL Ediciones 2005