Un flautista del Apocalipsis de la ONU nos ha anunciado catástrofes y cataclismos si seguimos construyendo chalecitos que no tengan 500 metros cuadrados como el de la socialista vicepresidenta del Gobierno o 10.000 metros cuadrados como el del socialista líder de los cursiprogres de PRISA. Y menos mal que el Parlamento ha aprobado la nueva Ley del Suelo que prevé destinar el 25% del suelo público a viviendas sociales; una iniciativa del Gobierno que uno aplaude y aúpa porque es un encomiable proyecto legislativo que también recoge que
la valoración del suelo se ha de hacer con arreglo a lo que es y no a lo que pueda ser en un futuro; es decir, que si anda como un pato, grazna como un pato y además parece un pato, lo más probable es que sea un pato y no se puede valorar como un cisne porque en el futuro puede allí edificarse. También es encomiable la obligación de expropiar o obligar a vender a aquellos individuos y ciudadanos que retengan tierras para especular. O el aumento del porcentaje que los constructores han de ceder a los ayuntamiento para suelo público que pasa del 10% al 15%. O tramitar como una revisión del plan general de ordenación urbana todo aquel proyecto que implique un aumento de población de más del 20%. Medidas todas ellas muy acertadas, decía, aunque no cambiarán la situación de la vivienda y sus precios mientras el Gobierno de España, digo del Estado español, no recupere las competencias que ahora regentan los nacionalistas y demás yerbas locales para que todos sigamos progresando y no sólo los del Gobierno de izquierdas que progresan muy adecuadamente. Metro a metro.