Antonio F. Marín: Astarté y Pura Salceda

17 de abril de 2007

Astarté y Pura Salceda

Pura Salceda ha publicado su segundo libro de poemas La mirada de Astarté que viene a completar el primero, Versos de perra negra, desde el otro lado del espejo. Si en el primero era la chica la que se entrega al amor, sin límite, a través de cierta poética sumisión, en este es la mujer la que domina y somete al chico. Y como dice Carlos Morales en el prólogo del libro, “con La mirada de Astarté, Pura Salceda ha cerrado el círculo abierto por los Versos de perra negra, alejando el “yo poético” de la abrasadora experiencia de la sumisión para glorificarlo ahora en la no menos ardiente experiencia del dominio”. Porque mi nombre es Astarté, la que lucha, la que vence, la que cabalga río arriba. He de aclarar que Astarté fue una diosa mesopotámica que representaba la exaltación del amor y los placeres carnales que, con tiempo, se tornó en diosa de la guerra y recibía cultos sanguinarios de sus devotos. Pura me dijo en su visita a Murcia que en los mitos clásicos está todo y
es cierto. Gracias a ella yo utilice el de Calipso y el secuestro de Odiseo en la isla de Ogigia para mi novela Entretiempo. No he terminado de leer el libro, pero aquí va un anticipo de la poesía de Pura que con el tiempo ha madurado y ha mejorado aún más su estilo. Es sencillamente genial. Porque se tiene estilo cuando borras el nombre del autor y pese a ello puedes identificarlo. Con Pura pasa eso: sabes que los poemas son suyos, aunque no conste su autora.
YO SOY ASTARTÉ
Desnudé mis pies para tu boca.
En ella, mi danza se calza
con las notas de esta imperfecta partitura
porque mi nombre es Astarté,
la que lucha,
la que vence,
la que cabalga río arriba.

En este mundo que habito,
las normas se establecen
en el delimitar de las manos,
en cúmulos expectantes
de las sombras que tú llenas,
de las miradas que yo permito.

Y me esperas
siempre me esperas,
porque yo soy Astarté,
la que lucha,
la que vence,
la que galopa en el río de cantos negros,
cuando tú ejecutas un guión pactado
que mantiene la distancia precisa
entre el laurel y la paloma.

Y a pesar de que sólo existes
porque yo así lo quise,
me enredas en un vértigo de huídas.

Nota.- Y mañana hablaremos de “los caladeros marroquíes” y del “traidor” Zapatero.

Mobusi