Antonio F. Marín: La España que nos merecemos

15 de julio de 2007

La España que nos merecemos

El reguero de plastina se hizo carne y habitó entre nosotros, en el parque natural de Ibiza que estaba superprotegido y chachi piruli, sin que los cantautores se hayan echado al monte con su guitarra para protestar contra el partido fascista que hunde barcos a posta. Esto es lo que hay, pasen y vean, porque tenemos divertimento para todos los gustos y colores, pues resulta que del 90% de los nuevos alcaldes lo primero que han hecho ha sido subirse el sueldo pues no hay nada más tonificante que un puñado de billetes para enfrascarse en el sacrificio de trabajar por los vecinos. La mayoría de ellos son gente corriente que gracias a la política consigue los quince minutos de fama que jamás podrían conseguir con sus virtudes privadas.
Porque vivimos tiempos de medianías, y aunque algunos artistas españoles destaquen por ahí, como Calatrava o Almodóvar, tenemos un cine mediocre, una música mediocre, una literatura mediocre y un arte mediocre. Las tasas de fracaso escolar son las más altas de
Europa y en general nuestra concepción cultural es mediocre. Nuestra ciencia es mediocre, ocupamos los últimos puestos de Europa en investigación y nos alejamos cada día más en el avance de la sociedad de la información. Eso sí, nuestro excelso presidente lleva años lanzando un satélite, que nos anunció también Montilla, porque el presidente, al igual que el alcalde de Bienvenido Mr. Marshal, nos debe un satélite y ese satélite que nos debe, nos lo va a dar.
Pero en líneas generales tenemos una cultura mediocre, una investigación mediocre y un nivel intelectual más que mediocre. En esta situación en la que nuestros políticos miran pero no ven nada, no es extraordinario ni anormal que Rodríguez Zapatero sea presidente del Gobierno (la vice llama traidor y ruin a la oposición) o que Rajoy ocupe el liderazgo de la oposición (éste dice que es “milagroso” que la policía detenga etarras). En efecto, cada pueblo tiene el Gobierno y la oposición que se merece. Y un satélite debido.

Mobusi