Un trabajador ha muerto en las obras del AVE de Cataluña y los sindicatos han reclamado “mayores medidas de seguridad”, como es natural, porque yo me creía que iban reclamar un día libre para asistir a la verbena, entradas para asistir a la Zarzuela y un botijo con asa de platino iridiado. Vivimos en una sociedad políticamente correcta en la que la obviedad aparece repetida en el menú del día y todos nos conformamos con el sentido pésame, la simpleza y la reivindicación de lo obvio. De las subcontratas, el empleo precario y los turnos de trabajo seguidos para
culminar una obra a tiempo de inaugurarla para las elecciones, no hablamos. Qué se va a decir, como no sea la obviedad de que “hay que aumentar las medidas de seguridad”. Y ayudar a los ancianitos a cruzar la calle.
Y mientras tanto, ayer vimos un multitudinario entierro del futbolista Puerta, acompañado de vítores, jaleos y aplausos, mientras al escritor Francisco Umbral lo enterraban de una guisa más discreta en compañía de políticos e intelectuales. No sé cuál es la mejor compañía, desde luego. Pero en 20 Minutos titulan: “Lara Rodríguez gana a Umbral”, porque el programa del corazón fue más visto que la entrevista al escritor. Y después de titular así van y se fuman un puro, porque se conoce que creen que sus lectores son idiotas, gente simple que no tiene criterio y se lo traga todo.
En Murcia capital he visto 20 Minutos tirado por el suelo en la acera de Zara, frente al Corte Inglés, porque la gente lo coge, lo ojea y lo tira. No me extraña. Un director que equipara la audiencia popular de una cadena de comadreos con la de la segunda cadena dedicada a las minorías y las compara dando ganadores y perdedores, es que es un memo. Un idiota, dicho esto como un aporte curricular y no como un insulto.
Y además no me extraña porque cada uno (y una), tapa sus vergüenzas como puede (aunque sea en medio de la calle), y el director de 20 Minutos, Arsenio Escolar, y un comentarista que se llama Martínez Soler, han puesto a caldo a Francisco Umbral, tras su muerte, como parece que también hicieron a la sazón con Camilo José Cela. Están en su deber e incluso en su obligación, pero la cuestión es que Cela y Umbral son unos genios y lo seguirán siendo dentro de cien años, mientras que Arsenio Escolar y Martínez Soler son unos mindundis de los que no se acuerda ni su tía Enriqueta. La envidia cochina del mediocre es muy española, como los florilegios, los obituarios y las esquelas.