Y la tensión se hizo carne y habitó entre nosotros, porque hace unos días quisieron agredir a María San Gil en Galicia, dos días después le quisieron pegar a Dolors Nadal en Cataluña y antes de ayer intentaron agredir a Rosa Diez en la presunta Universidad Complutense de Madrid, por aquello del republicanismo cívico y la democracia deliberativa de nuestro prohombre del Tinell que propone en la tele y sus huestes disponen, agrediendo al adversario.
Y eso que todavía no estamos en campaña y que él ya ha probado su propia medicina en Guadalajara, donde los empelados de Justicia lo increparon en su mitin impidiéndole hablar hasta que fueron desalojados. Ellos también querían "dramatizar y tensionar" su problema, qué le vamos a hacer, porque eso sí que es un drama: que unos empleados públicos cobren más que
otros por no vivir en el mismo lugar de España, por no tener el privilegio de cuna. Solidaridaz, habíamos quedado, ya te digo.
Nos había prometido que con él acabaría la crispación con los nacionalistas que había propiciado Aznar con su intransigencia, pero ahora resulta que con Jimmy Zapatero Carter hay más crispación nacionalista, agresiones fascistas y amenazas de referéndums de independencia. Porque Rodríguez Zapatero se subió al monte, arengó a sus camisas pardas y estos se fueron encanallados a cumplir las visiones del Jefe Supremo cuando aconsejó "tensionar" la campaña electoral. Le cogen la palabra y la dialéctica de los puños y las pistolas. Que en la Universidad no se pueda hablar sonaría a chiste sino fuera sintomático del fascismo que se incuba. El que siembre tensiones, recoge camisas pardas.