Antonio F. Marín: Tawnee Stone, con braguitas amarillas

2 de noviembre de 2008

Tawnee Stone, con braguitas amarillas

El boletín oficial cursiprogre, El País, ha criticado a la reina porque sus declaraciones sobre la guerra de Irak (calificándola de guerra de venganza y destrucción), "puede causar conflictos con Bush", según nos reconvenían en su editorial de ayer. Pásmase usted, caballero. Como lo oye. Nuestra bienamada cursiprogresía se preocupa ahora de que no haya conflictos con Bush. ¿Será para que invite a Zapatero al G-20?


Los mismos que felicitaron al rey cuando éste tomó partido, se metió en política y apoyó la negociación con ETA a la que se oponía, por cierto, la mayor parte de los españoles, no quieren ahora que nadie se meta en sus negocios, en sus abortos y sus
cosas. Los que han insinuado que Bush era un asesino, no quieren ofenderlo ahora que se se va de la presidencia.

 Los que se han pasado ocho años poniéndolo de cafre para arriba (la mayor parte de las veces con razón, es cierto), nos viene ahora con la milonga de que no hay que molestarlo. Con tal de poder criticar a la monarquía son capaces de defender y vender su alma al diablo, es decir, al mismísimo Bush. Ay, señor, señor. Cómo es la vida. "Lo que hay que ver", que decía mi tata.

Porque hay mucho que oír y ver, es cierto, como el Real Wild Child de Iggy Pop. O el upskirt enseñando las bragas de Tawnee Stone, aunque lleve braguitas blancas de algodón. No importa, porque uno se la imagina sentada en un sofá y con una camiseta de tirantes y dan ganas de sentarse en el suelo junto a ella, para ver qué quiere, qué se le antoja y en qué podemos servirla. "A mandar, que para eso estamos", que también decían nuestros abuelos.

Mobusi