Aznar no escucho a la gente cuando se manifestaron contra la guerra de Irak y pagó las consecuencias. Ahora Zapatero no escucha la voz de la calle, ni a los suyos de su propio Comité Federal, ni a Peces Barba su mentor, y sigue adelante con "su" proyecto sobre el aborto.
Un proyecto que no debería ser necesario cuando, afortunadamente, disponemos de métodos anticonceptivos accesibles e incluso de la píldora post-coital en las farmacias (y sin receta), por lo que el aborto tendría que quedar sólo para excepciones como violaciones o peligro real para la vida de la madre.
Eso en una sociedad culta y avanzada. Pero no. Aquí no. En esta España flamenca y bravucona es un método anticonceptiva más porque es "como ponerse tetas", según la ilustrada y flamencóloga ministra de la cosa. Y Zapatero, nuestro Salvador, se tira al monte porque ya sabemos que el cerril no duda jamás.