Antonio F. Marín: Trapos

2 de agosto de 2010

Trapos

‘Las banderas son sólo trapos’, suelen decir los ‘ciudadanos del mundo’ que desdeñan la patria, y la bandera, y se sienten tan libres como los banqueros, Salvador Gaviota, que lo mismo mueven el dinero de España a Suiza y viceversa, según la envidiable salud de las ‘pruebas de estrés’ realizadas después de haber recibido la gratificación del FROB con dinero público. O quizás porque aceptan préstamos al 1% del Banco Central Europeo y en vez de cederlo a las pymes y autónomos, lo meten en las Letras del Tesoro para sacarse el 3%, mientras juegan al Scalextric de la Fórmula 1 con la hipoteca de los parados.

Son unos listos. Tan listorros como el reputado arquitecto de la biblioteca de Cieza que nos ha legado un edificio con unos enormes letras de hierro en la fachada ‘Tonto el que lo lea’ y unas dependencias sin puertas que actúan como caja de resonancia en el claustro, y que tienen que estar siempre con las luces encendidas porque las ventanas son tan minúsculas que

con luz natural no se puede leer. En una biblioteca posmoderna andamos con las luces de la Edad Media. «Luz, más luz», pedía Goethe al morir.

¡Luz, más luz’, pedimos ahora a Iberdrola en esta genialidad premiada por la derecha, con más jeta que la de los banqueros, ya digo, que mueven su dinero sin pabellón, ni patria, ni arraigo, pese a que después de la festividad del Mundial de Fútbol, la patria ande muy reparaica y de tan buen color que las banderas aún ondean en los balcones y han surgido cánticos y enseñas que, como es natural, han permitido incoar la preceptiva y reglamentaria guerra made in spain.

Porque los licenciados nos han hecho saber que hay banderas buenas, como la tricolor de la República, la arcoíris de los gays, la ikurriña vasca o la senyera catalana, que son las chachi pirulis. Y luego vienen las banderas mu’ malas como la constitucional que es la enseña de la carpetovetónica España (Montilla), y la divisa casposa de los recién prohibidos toros, aunque también fuera la bandera de la I República y los panarras no lo sepan. Y viceversa, claro, que también hay españolazos rojigualdas que se valen de las banderas para significarse gallitos y separar la corrala porque nos va mucho eso de quemar al contrario ya sea en la hoguera de la Inquisición o en el interior del convento.

Porque ‘las banderas son sólo trapos’, dicen otros prójimos; los que no se afilian a ningún país porque al tener como patria todo el planeta se permiten no pagar 700.000 euros en impuestos (como el ateo Saramago), pues se conoce que esto de ser ‘ciudadano del mundo’ es una bicoca que da mucho pisto.

“Las banderas son sólo trapos”, suelen decir los apátridas del mundo, y con razón, aunque las bragas de su novia también sean sólo “trapos” y ellos se cuiden mucho de que algún extraño las toque, sobe o profane. Se conoce que hay trapos y trapos.

(Columna publicada en el semanario de papel El Mirador de Cieza)

Mobusi