Antonio F. Marín: Cuento de Navidad

24 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad


Desde el primer día en que nací me di cuenta de que este mundo no iba conmigo. Quizás porque te traen a un planeta que da vueltas, según hemos confirmado luego por las filtraciones de Wikileaks. Luego te dan teta y cuando más interesante está la cosa te la quitan.

Y sigues creciendo, muy a tu pesar, y los mayores lo hacen todo sin consultar contigo: Te llevan al colegio, te dan de comer, te llevan al colegio, te dan la merienda, te bañan y te acuestan. Y mientras estás en la cama y procuras dormir te leen cuentos y se te quedan mirando embobados porque se conoce que están esperando el aplauso por lo bien que lo han hecho.

Y también te cuentan hazañas increíbles que hacen alusión a un «ratoncito Pérez» gilipollas que cambia dientes podridos por dinero. Se han creído que tú eres tonto

y que los ratones son idiotas. Quieren engañarte ya desde niño. Son crueles y no respetan nada, ni la inocencia de un niño al que no hay que tomar por tonto.

Y luego viene lo de la cigüeña; ese cuento de que un ave puede aguantar en el pico a un niño que pesa cuatro kilos. Amos anda. Todavía no has crecido y los mayores ya te toman por futuro elector y empiezan la campaña electoral. Porque también está eso de los Reyes Magos que te traen carbón si eres malo, cuando resulta que debido al precio que están alcanzando los productos energéticos, vale más el carbón que ese tren a pilas que nunca funciona. Te trae más cuenta el carbón y te obligan a ser malo para hacer negocio.

Luego te llevan al colegio donde tratan de inculcarte eso de que te han traído a un planeta que da vueltas y además te juntan con unos salvajes que sólo quieren salir al recreo para comerse el bocadillo y si es posible quitártelo para zampárselo ellos. Y ahí aprendes los que es la sociedad de consumo, «los mercados» y el libre comercio, es decir, la sociedad capitalista.

Luego creces y comprendes que esa sociedad sigue en el machito y sólo se trasviste en Carnaval y cuando la Navidad, o sea, cuando tocan a rebato con lo del hermanamiento universal, el unir lazos entrañables, la paz, etc., etc. Pero el día 7 de enero todos vuelven al tajo, es decir, a la común supervivencia del «sálvese el que pueda». Y con 4,5 millones de parados recolectando brotes verdes, miles de empresas cerradas, comercios abandonados y un 40% de los desempleados que tienen toda su familia en paro, mientras 800.000 familias cenarán en Nochebuena gracias a Cáritas.

Este es el cuento de Navidad, el cuento de nunca acabar que uno prefiere contar desde niño, cuando nos dimos cuenta de que te traen a un mundo que da vueltas y que si dices algo inconveniente, te crucifican. Y luego te sacan en procesión y celebran tu nacimiento con centollos y langostinos, pagados en cómodos plazos. Van como locos. Pero Feliz Navidad.

(Columna publicada en el semanario de papel El Mirador de Cieza)

Mobusi