Antonio F. Marín: Fumar

9 de enero de 2011

Fumar

Un nuevo proyecto estudia la posibilidad de instalar un ascensor que lleve a la Estación Espacial Internacional. La cuestión radica en qué haces mientras subes o bajas. Qué tipo de conversación “de ascensor” puedes establecer con los otros porque aquello tan socorrido de “parece que va a llover” no parece muy apropiado cuando estás por encima de las nubes. Y cuando el viaje dura dos semanas. Puedes hablar con el ascensorista de la crisis del teatro, por ejemplo, que siempre cunde mucho.

También puedes comentar la prohibición de fumar en locales públicos y de los tropecientos aguerridos inspectores que el Gobierno arreará para pillar a los que infrinjan la ley. Una hombrada. Aunque si pusiera el mismo celo y empeño en pillar el fraude fiscal o la economía sumergida otro gallo nos cantaría, que dice la sabiduría popular. Y no sería Zapatero.

Porque es probable que pillen a 800 ciudadanos fumándose la ley (el primer día 311 denuncias a la FACUA), pero sólo a 10 defraudadores fiscales, a tenor de los datos que se manejan. Curioso. Porque quieren equipararnos a Europa en modernidad, pero

allí el salario mínimo es el triple que en España y además nosotros tenemos más carga fiscal que ellos.

Y los salarios más bajos, además de un 20% de paro cuando Alemania tiene un 7%, por lo que deberían empezar por igualarnos en derechos sociales y luego en pejigueras relativas a nuestra salud porque después de todo, habíamos quedado en que cada uno en libre de ‘eutanasiarse’ como sea, tanto con una inyección en un hospital o fumando como un condenado a muerte.

No parece lógico que se permita a un tipo quitarse la vida porque no puede con ella (por los motivos que sean), y que no se permita al común quitársela fumando. Porque si el tabaco es perjudicial para la salud no lo vendas ya que el mismo gasto social provoca el cáncer de pulmón, que la cirrosis hepática por el alcohol y los accidentes de tráfico que éste provoca. Así que aquello de «prohibido prohibir» nos suena ya a guasa porque podrían haber dejado bares para fumadores y bares libres de humos. Libertad, vamos.

Lo único bueno que asoma con esta nueva ley del tabaco (aparte de no molestar a los que no fuman), es que al tener que salir a la calle a fumar conoces a más gente. Haces amigos e incluso puedes ligar mientras propones una puesta en común sobre la desgracia de tener que aguantar el frío o la lluvia.

Y te acuerdas además de la familia de Zapatero, nuestro Salvador, que, efectivamente, además de querer salvar al mundo con su Alianza de Civilizaciones, quiere salvarnos de nosotros mismos como si fuera un cura redentor que nos reconviene en el confesionario y nos alerta de los vicios. Es probable entonces que para poder fumar haya que coger el ascensor a la estación espacial, aunque a lo mejor allí también nos mandan un inspector (o un chivato), mientras los defraudadores fiscales se lo pasan pipa por la Tierra.

(Columna publicada en el semanario de papel El Mirador de Cieza)

Mobusi