«No me toques el perigonio», me dijo una vez una chica. Yo supuse que se refería al cernacho pero tras el guantazo, pude averiguar (vía DRAE), que el perigonio, muy parecido al periné (de ahí mi confusión), es una envoltura externa de las flores como los lirios.
Un chasco, como el que te llevas al enterarte de que los peperos gestores de la sanidad murciana han partido Cieza por la Gran Vía, para que cada zona abarque un Centro de Salud. Y han obligado a muchos vecinos a cambiar de médico porque han trazado una raya para parcelar Cieza tal y como hacían los colonizadores en África cuando pintaban las fronteras de los nuevos países en línea recta, sin tener en cuenta las peculiaridades de las tribus. Los Utus aquí y los Tutsis allá, aunque en este caso en el mismo país.
Elegir el médico de cabecera es tan particular como escoger el cura, a lo menos, y si puedes confesarte en otro barrio, también deberías poder seguir ‘confesándote’ con el facultativo que tienes desde hace años. Se llama
libertad de elección. Y nos lo explica la «Carta de los derechos y deberes de los pacientes» que en su apartado 13 pregona que tenemos derecho a la libre elección de médico en la zona básica de salud «o en el municipio de su lugar de residencia».
Es lógico y razonable, que los vecinos sean repartidos en torno al Centro de Salud más cercano; pero este criterio debería ser orientativo y nunca un cinturón de castidad obligatorio y remachado a pistón, porque si alguien decide atravesar voluntariamente la ciudad para acudir a tal médico, es por alguna razón personal. Lo ampara la ‘carta’ que cuelga de la pared del centro de salud, suponiendo que no sea otra declaración universal incumplida.
Declaraciones de tronío como las de Georges Clooney, el guaperas, en las que confiesa que no ha tomado ni un trago desde Nochevieja pero que, en ocasiones, «bebo demasiado». Y ya somos dos. Y no me refiero a guapos, qué va, sino a lo de la Nochevieja. Yo de mayor quiero ser guapetón como Clooney para hacer de las mías, digo, de las suyas. Y que encima te paguen millones y las chicas te persigan para hacer de las suyas (punto de cruz, supongo).
O cadeneta, como la que ha tejido Urdargarin al echarle la culpa al césped y a su socio. Aunque no nos extraña todo este pifostio porque el Rey tiene una familia normalita, con un hijo del Atlético, una yerna divorciada, otro yerno que va por la calle en patines y otro que es un presunto sinvergüenza; es decir, una familia typical spanish. Sólo le falta un cuñado homosexual y otro que ‘haga’ cine español.
Pero lo de Urdargarín es peliagudo porque si lo condenan es malo para la Casa Real, pero si no lo condenan todavía es peor. La República está muy bien si viene de la mano de Ortega o Marañón, pero es que nos la trae el sectario facha Losantos y el sectario rojo Llamazares, el de los cien millones de pesetas invertidos honradamente en los mercados. Yo no ni acato ni respeto ‘su’ República. Mejor que no me toquen el perigonio.
Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.