Antonio F. Marín: Espiral

19 de octubre de 2014

Espiral

Odio y miseria
La ‘espiral de silencio’ fue ideada por la politóloga Elisabeth Noele-Neumann, cuando descubrió que la gente se suele callar la opinión si cree que no es mayoritaria para no sentirse rechazados. Y es cierto. Esta espiral existe y uno la ha sufrido en el blog cuando tuve que cerrar los comentarios para luchar contra la dictadura de dos o tres talcualillos, apoyados por la espiral de silencio. Y te quedas solo, claro. El precio de la independencia es la soledad.

Son pocos y cojitrancos mentales pero tiene la fuerza de una espiral de silencio que impide decir lo que ya sabíamos: que España es una país de cantimpalo atiborrado de envidiosos ‘condes don Julián’ que regurgitan mala baba en cuanto destiñe el ‘merchandising’ de dominguero solidario.

Lo sabíamos pero ahora lo hemos certificado con motivo de la crisis del ébola cuando los solidarios domingueros querían dejar en África a los misioneros para que se murieran allí, mientras se enrabietaban por el sacrificio de un perro para evitar contagios. El hombre muerto en una cabaña de África y el perro aquí en cuarentena para cuidarlo, antes de llevarlo a Sálvame por si quieren entrevistarlo. Y encima Iker Casillas no dimite.

Es la solidaridad de los animales con sus congéneres en este país que atesora quilates de mierdecilla hispánica escagarruciada con tanta tiña y saña que cuando los españoles no pueden matarse de guerra civil en guerra civil, aprovechan el periodo entre guerras para esputar el odio con la cerbatana de la opinión como si tomaran el aperitivo de las 3 menos cuarto. España campeona del mundo en la donación de órganos, pero siempre de cuerpo muerto o de cuerpo extraño.

Así que los domingueros solidarios regurgitan espumarajos porque se hayan traído a los misioneros de África porque no son gais, claro, porque si lo fueren y los hubieran dejado allí, nos habrían acusado de homófobos, a lo menos. «Dejan a los gais que se mueran en África», nos habrían reprochado esos españolitos castizos que lloran y protestan por la muerte de un perro y callan la muerte de cientos de niños por ébola a diario.

Son tan valientes como esos pocos ‘profesionales’ que tienen miedo al ébola, según El País, cuando es menos contagioso que el sarampión y en Cataluña han muerto 10 personas en los últimos días debido a la legionela. El ébola sólo ha tenido un contagio por un error de protocolo (en EE.UU también ha ocurrido), pero preocupa más el perjuicio que le ocasiona a la marca España, el turismo y las empresas del Ibex-35.

Camus hubiera escrito «La peste inversa»; la peste de los no infectados por un ébola que se ha transmitido por un error comprensible, agravado por la ineptitud de un consejero y una ministra que no dimiten, jamás, en este país de gallardos caballeros con la mano del Greco en el pecho mientras con la otra empuercan la opinión con churretes de cagueta roja y gualda amparada en las tinieblas de la espiral de silencio. Pero no va más. ¿Sois trece?... Pues a mamarla, de uno en uno, empezando por la urraca Ada Colau y el folletinesco Pérez Reverte.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

Mobusi