Antonio F. Marín: Cama de matrimonio (7)

24 de junio de 2015

Cama de matrimonio (7)



Mi casa está vacía. La ocupo yo solo como un fantasma y es enorme. No tiene mucha fachada al Paseo pero es profunda y con unos pasillos por los que corría cuando era pequeño. La cuestión es que ahora los cruzo en dos zancadas.  Dice mi hermana que me cambie a la habitación que ocupaba mi madre,  que da al Paseo y está  junto al gabinete,  porque allí entra el sol por la mañana, y es cierto, pero hay que llamar al electricista, a ONO y tendría que dormir en la habitación de al lado, en la cama de matrimonio de mis padres. 

¿Cómo se duerme en una cama de matrimonio?, le he preguntado a mi hermana. Pues hazlo y lo sabrás, me aconseja. Es que nunca he dormido en una cama de matrimonio. De hecho en la Marina dormíamos en un coy que con el balanceo del barco  se mecía  como una cuna, pero desconozco cómo
se duerme en una cama de matrimonio.

¿Y si me caigo?...  Es lo que tiene ser soltero o solterón, que hay cosas que te has perdido porque como soy un romántico sólo conozco las camas de los hoteles. Y no las junto por si  la emoción del frenesí me cuela entre ellas.   

Así de claro! Lo dice Malú que conste, que yo todavía no me he subido a un escenario. Bueno, sí, me subí para cantar villancicos en el Teatro Galindo pero era muy pequeño y no tenía responsabilidad civil subsidiaria. 

Pero ya estamos a fin de mes de junio y sereno, que decían antaño los serenos, y me acabo de enterar de que Murcia es la segunda ciudad de España más barata (tras Galicia); pero también es la comunidad con los salarios y pensiones más bajos, lo uno por lo otro, tablas. No hay nada que rascar pero menos mal que  Malú ha declarado que "si un concierto va muy bien, repito el tanga que haya llevado en ese concierto". También desconozco como se siente una al no cambiar de tanga porque sólo me lo han puesto  una vez, pero no puedo confesar cuándo, dónde y por qué. Secreto de sumario. Pero fue muy divertido.

A los fetichistas confesos nos encanta el tanga (el de la chica que amas, no el de Malú), pero es que Malú los lava entre función y función y entonces pierde su esencia. Sabe a descafeinado, a ligth, a mayonesa ligeresa y a tabaco sin nicotina. A los que nos gusta la cosa fuerte y sin azúcar, nos va más lo de atesorarlo para idolatrarlo como fetiche. El de la chica que amás, no el de Malú o el de una desconocida que sería una guarrada. Aclaro para despistados, mayormente. 

(Cieza, Diario de un  dromedario. 24 de junio)

Mobusi