Así que no sabe una que ponerse, la verdad. Tengo ya ganas de que empiece cuanto antes el invierno para adaptarme a la nueva rutina. Tengo libro, su encofrado terminado, los personajes definidos y la estructura perfilada Y eso siempre es un aliciente. Pero necesito el orden, la rutina habitual y parece que ésta no llega.
Y hasta que no llegue ando un poco perdido. No me van los cambios de estación. No es bueno para el trabajo porque sin orden y concierto, no puedo organizarme. Necesito que cada cosa esté en su sitio y el horario preestablecido, porque me pierdo, me distraigo y no rindo. Y hasta se me enfría el café como acabo de descubrir.
Así que también tendremos que cambiar el teclado. Es mi manía. Nunca guardo nada de la anterior novela, ni apuntes, bosquejos, ni nada que me la recuerde. Lo rompo todo. No quiero pruebas de cómo la he pergeñado y destruyo incluso los andamios que me han servido para construirla, porque soy tan perfeccionista que vuelvo incluso a escribirla.
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1958 |
Lo que no me explico es cómo teniendo en ellos tan buen ejemplo son tan torpe y me confundo. Y equivoco. Y me decepciono. Ahora me arrepiento de muchas cosas, que no digo, pero una vez pasado el tiempo comprendes. Ahora te das cuenta de que El Quijote era un gilipollas porque es Sancho el que se lleva el gato al gua. Y este mundo está lleno de sanchos y sanchas.
Y te decepcionas; aunque de decepciones ya ando cumplido. Y no hay nada más estúpido en la vida que pensar que todos son como tú; que has de esperar bondad, educación, raciocinio e inteligencia de quien no lo es. La culpa entonces no es de ellos, sino del que se ha puesto a su altura, del que ha bajado peldaños para hacerse más accesible. No es que no se le puedan pedir peras al olmo, sino que hay olmos que no dan ni sámaras.
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Puente de los nueve ojos |
El sábado me encontré con una vieja amiga (enfermera del hospital) que me presentó a otra muy simpática y según vi, tienen más compañeras que van por allí pues se saludaron efusivamente. Hacía años que no las veía y nos pusimos al día. Y quedamos. Ya tengo amigas con las que salir, en vez de ir por ahí solo, como hasta ahora. Eso se acabó, aunque a uno le guste la soledad.
Tranquila, hermanica, que estas son de fiar. Puedes estar tranquila. Aunque no se creyeron que me hayan enviado el teléfono sin la tarjeta SIN. Yo tampoco me lo creía, pero espero que llegue hoy la copia. No era una excusa para no darles el teléfono, sino que es verdad, aunque sea difícil de creer. Pero no te preocupes que son muy buena gente y ya sabes a qué me refiero. Y además acaba de llegar mi camarero predilecto y se ha adelantado al horario previsto. Pero su llegada avisa de que comienza el día y hay que liar el petate para huir del mundanal ruido.
Así que un rápido vistazo a la prensa y descubro unas declaraciones de Nuria Roca en las que critica la censura de una foto suya en Istragram en la que se perfila un pezón. Hay hay que ser bobo para censurarla. Y por dos veces.
Y además confiesa que a partir de los 38 años no te debes poner nunca encima. Y si lo haces mejor que sea con la luz apagada. Por razones obvias. Por la inexorable ley de la Gravedad que no perdona. Newton tiene la culpa así que... lo dice ella que conste, una mujer, que si lo digo yo me fusilan.
PD.- Un beso para Luly, que se lo merece todo, aunque te haya tenido un poco abandonada. Lo siento. Tenías razón.
Cieza, La muerte pisa mi sombra (Diario de un serviola) 22 de septiembre de 2015.