9 de febrero de 2005
Sinceridad en el blog
He leído un manual sobre blog (o bitácoras) en el que se aconseja que se escriba en ellos con sinceridad, como si escribieras para ti solo en un diario personal de esos que las chicas guardan bajo la almohada o en el cajón de sus braguitas. Y me he alegrado mucho porque a uno siempre la ha gustado mucho la sinceridad desde que tuvo una novia con la que era muy franco, muchísimo, pues con ella no había trampa, artimaña, cartón piedra, ni patraña, ya que todo era muy sincero: Ella me quería por mi dinero y yo a ella por sus valores eternos afincados, mayormente, en su hermosísimo culo que solía lucirme con un minúsculo tanga transparente. Una chica con la que me llevaba muy bien pues era tan sincera, y tan franca, que cuando veía asomar el dinero por mi cartera se le abrían mucho los ojos, se pasaba la lengua por los labios y se ponía a cuatro patas. “Ahora no, cielo, que sólo estoy pagándole la cena al camarero”, le tenía que decir, para evitar suspicacias y malentendidos. Fuimos muy felices. Y muy sinceros. Nos quisimos mucho.