
“Sobre la Tierra de las primeras edades hace mil millones de años, reinaba el Sol. Sólo se distinguía un inmenso desierto de lava en fusión que vomitaba incansablemente grandes figuras de vapor y gases de varios kilómetros de altura. Poco a poco, esos oscuros nubarrones se acumularon para formar la primera atmósfera de la Tierra: gas carbónico, amoníaco, nitrógeno e hidrógeno. Luego de millones de años, la temperatura fue
disminuyendo; la lava era ahora una pasta tibia, pero sobre la cual se podía pisar. El primer continente acaba de nacer. Las inmensas nubes que giraban en el cielo, se condensaron, y dieron lugar a la primera lluvia. El agua se depositó sobre aquellas depresiones y formó los océanos primitivos. Entonces aparece, en lo profundo del “corazón del Caos”, alguna molécula que al juntarse con otras dan forma a una estructura estable, reflejo de un orden, pero nacido del propio Caos: los primitivos ladrillos de la materia viva, los aminoácidos. La complejidad aumenta: nace la primera célula y comienza la historia de la conciencia”. Hasta que llegamos a este culo. No semos naidie, ¿verdad usted? Vaya un culo que le ha salido al aminoácido.