El Tribual Supremo de Estados Unidos ha prohibido que se sigan ejecutando a los condenados a muerte menores de 18 años en una decisión que es encomiable, pero que nos parece corta, exigua, nimia, porque lo que tienen que hacer es suprimir la pena de muerte.
En todos los casos. Sin excepciones. Y ya puestos también deberían pronunciarse sobre el gulag de Guantánamo para obligar al Gobierno a que juzgue a los presuntos terroristas, los ponga en libertad o los indemnice por detención ilegal y malos tratos físicos y psíquicos si son inocentes. Uno admira muchas cosas de los americanos (por ejemplo allí el que vale triunfa aunque no tenga padrinos, ni lo avale un partido político como aquí).
Y la revolución francesa y la democracia se llevo a cabo antes en Norteamérica que en Francia (a ver si se entera de una vez Zapatero), pero eso no quita para que me ponga malito cuando critican que Arabia Saudí no respeta los derechos humanos y no miran la viga en su propios ojos, cual es el caso de Guantánamo. Ese gran país, que lo es, tiene que dar ejemplo, desde luego, aunque yo prefiero vivir en Norteamérica que en Francia, lo tengo muy claro, porque manque le pese a Zapatero que anda henchido de alborozo europeo (parece un seminarista recién graduado con esa letanía de fraternidad y amor eterno), uno tiene más cosas en común con los americanos que con muchos países europeos, aunque se nos diga que formamos parte del "mismo proyecto común” (sic).
¿Del mismo proyecto? Pues no sé, porque últimamente no leo a los escritores eslovacos, ni veo las películas de los directores eslovenos, ni admiro la pintura de los pintores estonios, ni oigo la música de los cantantes letones, ni uso programas informáticos de los lituanos. Pero un día de estos quedo a tomar café con ellos y nos vamos conociendo, aunque a lo peor no llego a entenderme con ellos porque uno es muy singular y le sucede que a veces no congenia muy bien con la gente de su propio edificio y se lleva de maravilla con otros que viven en un edificio de otro barrio, aunque estén muy lejos.