Antonio F. Marín: Meterle mano a tu mujer (y II)

31 de marzo de 2005

Meterle mano a tu mujer (y II)

La chica aquella que me escribió recriminándome que quisiera meterle mano a mi mujer mientras cocinaba la cena (“por qué no cocinas tú”, me afeaba), me he vuelto a escribir para reprocharme que ahora quiera meterle mano a mi mujer mientras ella plancha (“por qué no planchas tú”, insiste). No lo sé, lo que sí parece es que como sigamos así este blog se va a convertir en un monográfico sobre cómo meterle mano a tu mujer, sin herir la sensibilidad políticamente-correcta. En vez de “Diario de un idiota con ínfulas”, podríamos llamarlo “Diario de un idiota al que no dejan meterle mano a su mujer”. Joder, cómo sois algunas chicas. Luego dicen que no sois raritas. Pero vale, está bien,
rectificamos eso de meterle mano a tu mujer mientras plancha (fe de errores) y lo dejamos en “meterle mano a tu mujer mientras escribe el trabajo en el ordenador y está a punto de enviarlo”, que tiene su aquel porque al día siguiente lees lo que había escrito mientras tú le hacías precisamente “eso” (y es más del corte correcto feminista, porque en esta fantasía se supone que ella trabaja). Y todos contentos, pero uno lo siente porque la siguiente fantasía era “meterle mano a tu mujer delante de su madre mientras transcurre la comida dominical”, que tiene mucho morbo. O mirar como su mejor amiga le mete mano a ella delante de tus narices, tal que en la foto.
Pos Después.- El asunto o “hilo” de meterle mano a tu mujer” queda cerrado hasta nueva orden.

Mobusi