Antonio F. Marín: Echarse novia formal

27 de abril de 2005

Echarse novia formal

Qué monada de linces recién nacidos en el coto de Doñana. Yo quiero uno. Quién me lo compra, porfa. Están para comérselos. Voy a tener que echarme novia formal para que me lo regale, aunque como vivo en casa de mi madre no sé dónde voy a meterlos. A la novia, que con los linces no hay problema. Yo es que creo mucho en la familia y prueba de ello es que tengo 46 años y todavía vivo en casa de mi madre. Es que no es fácil echarse novia formal, sabe usted, porque uno busca una mujer sensata y prudente que me ayude a educar a los hijos y a esta edad sólo quedan libres chocholocos pogres. Pero por si acaso ya tengo el ajuar: una vajilla de cristal de Bohemia que viene todos los días con el ABC. Me la está coleccionado mi madre y dice que es para mí, “para cuando te cases”, todavía no sé si lo hace porque quiere agraciarme con un regalo o porque quiere casarme para perderme de vista. Ya no te puedes fiar ni de tu madre. Y eso que dicen que no hay más que una, menos mal, que si tuviéramos dos sería tremendo. ¿Te imaginas? Dos madres. Es decir lo mismo pero repetido. Una por cada oreja.

Mobusi