lentamente hasta las pantorrillas, te mira, sonríe y sigue enrollándolas para sacar luego el pie, cogerlas, estirarlas y mirarte a los ojos mientras juega con ellas y te las ata a la polla (digo a la pilila), antes de dejarlas con cuidado en la butaca. Así que de mito sexual nada. Más bien una mujer común y de andar por casa; una “mujer desesperada” de esas neuróticas, histéricas e inseguras de la tele. O una casada cualquiera a los tres años de aguante mutuo, digo de matrimonio.
16 de junio de 2005
Quitarse las medias
lentamente hasta las pantorrillas, te mira, sonríe y sigue enrollándolas para sacar luego el pie, cogerlas, estirarlas y mirarte a los ojos mientras juega con ellas y te las ata a la polla (digo a la pilila), antes de dejarlas con cuidado en la butaca. Así que de mito sexual nada. Más bien una mujer común y de andar por casa; una “mujer desesperada” de esas neuróticas, histéricas e inseguras de la tele. O una casada cualquiera a los tres años de aguante mutuo, digo de matrimonio.