Ayer se celebró en mi tierra murciana a la que tanto quiero (cuando estoy fuera), una manifestación para reclamar que no se acabe con el trasvase Tajo-Segura como piden los manchegos, tanto del PSOE como del PP. Los dos partidos. Tal para cual. El trasvase llevaba treinta años funcionando sin ningún problema hasta que llegaron los socialistas al poder, decidieron acabar con el del Ebro para contentar a Carold Robira y que les diera los votos para gobernar, y comenzaron los problemas porque los manchegos dijeron que si los catalanes se negaban a vender el agua que ya iba directamente al mar, ellos tampoco la querían vender porque se coge a mitad del cauce. Dicen que el agua es para ellos porque es suya y ellos tienen zonas despobladas que pueden repoblar (El País). Ayer no dije nada porque a mí me produce fatiguita repetir lo obvio: que el queso manchego es de La Mancha y la huerta es de Murcia, y al igual que los murcianos no pueden fabricar queso manchego
los manchegos no pueden cultivar como en la huerta de Murcia, entre otras razones porque se les hielan las berenjenas y los turistas de los campos de golf se les mueren de frío porque ellos quieren sol y buen clima en invierno. Y exactamente lo mismo ocurre en Aragón por mucho que se empecinen por allí arriba. Ellos venden el agua porque el río pasa por la puerta de su casa y se conoce que es suyo, que es algo así como si los murcianos cobraran a los turistas un euro por bañarse en el mar que también es suyo. El mar es de todos los españoles y a nadie se le ocurre cobrar entrada por bañarte en él. Pero con el agua de los ríos si se cobra entrada y encima te insultan. Pues vale. Esto viene a cuento porque además ayer leía que al menos tres autonomías, País Vasco, Navarra y Cataluña se han negado a dar atención sanitaria a pacientes de otras zonas de España en el último año, según publica El Confidencial. Se da la circunstancia de que la sanidad pública catalana, por ejemplo, es deficitaria y que ese déficit lo vamos a pagar todos los españoles. El Gobierno dice que no puede hacer nada al estar ya transferidas todas las competencias sanitarias. Así que ya tenemos 19 sanidades regionales de distinta categoría y financiación, de primera, de segunda, de tercera y de decimonovena, según sean más o menos ricas, porque cada una se apañará a su manera con los dineros de que disponga. Y cada paciente a su Hospital y cada agua a su molino. Y eso que todavía no se ha aprobado la financiación catalana. Aunque lo preocupante es que el concepto de solidaridad que tanto gusta a algunos, que tanto te refriegan por la cara, lo olvidan cuando se trata de la sanidad y el agua, para no enfadar a bufones como Carold Rovira, pongamos por caso que va a conseguir lo que no logró Franco: acabar con el PSOE. Somos todos solidarios menos él, que tiene bula. Solidaridad según me convenga. Ya no es sólo el agua; es la mismísima Sanidad. ¿Y la izquierda que hace?... Ahorrando su 1% de socialismo para no se le desgaste, que queda poco y, como el agua, tampoco se trasvasa.