Antonio F. Marín: Batallitas

1 de julio de 2005

Batallitas

No sé qué hubiera ocurrido si los españoles hubiéramos celebrado el 200º aniversario de la batalla de Lepanto en la que se venció a los turcos. Probablemente que la ONU nos hubiera condenado por patrioteros, belicistas, inquisidores e imperialistas. Sin embargo los ingleses celebran sus batallitas, el 200º aniversario de la batalla de Trafalgar y no sólo que nadie chista, sino que acuden al convite 100 barcos de guerra y 30.000 marinos de 75 países, incluidos los españoles que van allí solícitos a celebrar su derrota. Creo que somos el único país del mundo que festeja las derrotas. Masoquismo de un Gobierno cuyo presidente no se pone de pie ante la bandera de Estados Unidos "por dignidad", pero que conmemora las derrotas y acude a la casa del vencedor para humillarse ante él al reconocer
su victoria. Nosotros no celebramos las victorias porque son rémoras del pasado imperial, pero sí conmemoramos las derrotas como buenos masoquistas que somos. Que son algunos. Pero masoquistas plurales, eso sí. Y una miaja rufianes, sabe usted, porque el Partido Socialista Zerolo Español ha aprobado con carácter retroactivo una moción para reprobar a Federico Trillo por el asunto del YAK-42, cuando este mismo partido hizo diputado a Felipe González (que no iba al Parlamento y cobraba por ir) con el exclusivo fin de protegerlo y darle inmunidad para que la Justicia no le metiera mano por lo del GAL, como sí hizo, por el contrario, con el ministro Barrionuevo y el secretario de Estado, Rafael Vera, que fueron a la cárcel por secuestro y corrupción. Y no sólo que no fueron reprobados, qué va, sino que recibieron homenajes en la puerta de la cárcel. Pero al adversario lo linchan públicamente aunque su partido haya pagado en las urnas sus evidentes errores. Toda una lección de ética política. Van de chulos, bravucones y flamencos en el más puro estiló españolito cañí de navajeo y matonismo que acorrala e intimida en los pasillos del Parlamento a un diputado electo para coaccionarlo y que dimita. Lo que ocurre es que por lo que uno lee en los editoriales de El País, no son conscientes de lo que hacen. Son como el cerdo que chapotea en la mierda y que no sabe que es un cerdo, ni que se reboza en la mierda. Hay que tener caridad y comprenderlos.

Mobusi