Esta mañana he pasado por la puerta de Telepizza y he visto un cartel reclamando repartidores de pizzas a domicilio. Y me ha entrado un comecome? Yo es que siempre he querido ser repartir de Telepizza. Otros niños querían ser bomberos, policías, contrabandistas o cantantes de cuplé en una revista de variedades, pero yo quería ser repartir de Telepizza. Porque te paseas todo el día montando en moto por las calles y no pagas la gasolina. Y luego entras en todas las casas y puedes ver a las mujeres vestidas como la chica de la foto que lleva faja y medias con costura, porque ya sabemos por los relatos eróticos y las películas porno, que todas las mujeres reciben así a los fontaneros y a los
repartidores de butano. Y yo creo que también a los repartidores de pizza. Y además yo creo que los repartidores de pizzas follan más que los butaneros, lo que pasa es que éstos últimos tienen muy buena prensa o le dan más a la boquilla, pero follar, lo que se dice follar, follan más los repartidores de pizza porque la pizza pesa menos y subes al domicilio más descansando y con más fuerza. Es que eso de que un butanero sube dos botellas de butano al quinto piso y luego se echa tres polvos seguidos en la cama no se lo cree nadie. Van de farol. Follan más los repartidores de pizza, decía, aunque tienen el inconveniente de que tú novia te tiene siempre localizado y sólo tiene que pedir una pizza para que estés con ella. Son cargantes. No te puedes escapar. Aunque si tu novia insiste en eso de que le hagas cosas guarras en la cama puedes poner la excusa de que te tienes que ir a repartir una pizza. Ya no me quieres, te dirá ella mohína. No, cariño, es que tengo que irme a repartir una pizza, que queda mejor que eso otro de que me voy que tengo que ver el partido de fútbol con los amigos. Aunque yo no pienso echarme novia, por mucho que insista mi madre, porque me lo paso muy bien riéndome conmigo mismo y una novia es seguro que te revienta el chiste porque no se pueden estar calladas. Y a lo mejor quiere terminar de contártelo y todo.
