Antonio F. Marín: La libertad se vive, no se explica

21 de agosto de 2005

La libertad se vive, no se explica

Un tipo me ha escrito y me ha acusado de ser derechas. Y lo ha hecho para marcarme con el sello de la ignominia: “Eres de derechas”. Como en la película de “La invasión de los ultracuerpos” en la que señalaban con el dedo y berreaban para llamar a los acólitos, a la manada y perseguir al que no era del rebaño. Es normal. Cuando gobierna el PSOE soy de derechas y cuando gobierna el PP soy de izquierdas. Lo que ocurre es que los cerriles sectarios orejeros no lo entienden. No saben lo que es la libertad. No la conocen, no la han vivido, no saben pensar sin el permiso de la ejecutiva y no dan una opinión si el placet y Vº Bª del partido. Es triste, pero es así. Son como cachorros encerrados en una
jaula que cuando los sueltas no saben adaptarse al medio, a la libertad. No saber pensar por sí mismos porque han estado mucho tiempo comiendo la papillita que les han dado ya pensada y asimilar otras ideas se les indigesta. No tienen hecho el estómago al raciocinio. Animalicos. Creo que en este blog he felicitado al Gobierno socialista en cuatro o cinco ocasiones en las que he creído que sus decisiones eran correctas y por ahí está escrito en los archivos. Sólo hay que buscarlo. Pero los sectarios orejeros buscan adhesiones inquebrantables a todo y por todo. Firmes. Prietas las filas. Impasible el ademán. No entienden que se pueda felicitar al Gobierno y luego criticarlo. Tiene que ser obediencia ciega. Cuatro veces he felicitado en este blog al Gobierno socialista, decía, y está en los archivos. Sólo hay que consultarlos. Error. Mal hecho. No hay que felicitar jamás al Gobierno. Nunca. Ni aunque lo haga bien. Hace algunos años, cuando gobernaba el PP y yo publicaba en un periódico local, tuve que escribir un artículo para aclarar ciertas cosas muy obvias pero que, por obvias, había que repetirlas. Entonces me decían que era de izquierdas porque le daba caña a Aznar y al Partido Popular (también está en las hemerotecas). Ahora, unos años después, hay que volver a repetir que el Gobierno cobra por gobernar, por tomar decisiones que beneficien a los administrados, al pueblo, y que su obligación es hacerlo, como mínimo, muy bien. Si lo hace excepcionalmente bien, cosa que dudo, se le podrán agradecer sus servicios prestados, pero nada más porque lo hemos votado para que lo hagan muy bien y no para que bailen sevillanas o se paseen en coche oficial. El que esté falto de cariño, o no tenga abuela, que no se meta en política o que se vaya de putas y pague por ese cariño que le falta, pero a mí no me pagan para darle cariños al Gobierno, ni para limpiarle la chaqueta a los ministros, ni para lamerle el culo al partido del Gobierno. Para eso ya están los editorialistas del diario gubernamental, El Paisa, que lo hacen y muy bien. Se lucen. Y también cobran por ello. Así que cada uno en su casa y Dios en la de todos por lo que yo escribiré aquí, en mi casa, en mi blog, en mi papel y con mi pluma de lo que me salga de la punta del capullo. Repito: De-lo-que-me-salga-de-la-punta-del-capullo. Siento ser tan grosero, pero es que a los cerriles si no les vocalizas no lo entienden. Y me da igual que me etiqueten como de derecha, izquierda, fascista o correcaminos. Algún día, cuando seáis libres y sepáis lo que es la libertad, lo entenderéis. Mientras tanto os miro con pena en el interior de vuestra jaula porque no os puedo ayudar ni explicaros lo que es la libertad, porque sería como explicarle a un autista el Principio de Indeterminación de Heisenberg. Lo siento. La libertad no se explica, hay que vivirla. No es como postula el abogado de León, el ignorante atrevido de Rodríguez Zapatero cuando corrige a Jesucristo con esa memez de que es la libertad la que te hace verdadero: que se le pregunten a un ludópata. Después de todo es normal: Rodríguez Zapatero es un provinciano de León que se ha sacado la carrera de Derecho fotocopiando apuntes y que se expresa como un vendedor de seguros a todo riesgo. Es la insulsa banalidad del poder. Un pobre muchacho que se afilió a la Juventudes Socialistas de León muy joven y no conoce otra cosa, no sabe que la libertad se vive, no se explica. Y se empieza a ser libre rompiendo el yugo de la doctrina del partido, porque “no somos un pueblo de bueyes” (Miguel Hernández).

Mobusi