Antonio F. Marín: Diálogo y privacidad

20 de septiembre de 2005

Diálogo y privacidad


El Gobierno está dialogando con ETA y he leído en artículos, comentarios, apotegmas y soflamas que es necesario dialogar con los terroristas porque todo el diálogo es bueno y no hay que tenerle miedo (excepto al diálogo del maltratador con la maltratada). "No querer dialogar no es señal de fuerza, sino de debilidad en las convicciones", tiene dicho el presidente, aunque se refiera sólo a ETA, porque mientras él se apresta a dialogar con los asesinaos de niños se niega a dialogar con los padres que han recogido tres millones de firmas (3.000.000) para que se les deje elegir la educación que quieren para
sus hijos, tal y como señala la Constitución. Quiere decirse que al negarse a dialogar con estos padres a los que no ha recibido, evidencia que tiene “debilidad en sus convicciones”. Pues bueno. Porque es cierto que el Gobierno tiene que legislar para todos, para laicos y creyentes, sin tener necesidad de atender las recomendaciones de la Iglesia (de las diversas Iglesias), pero si los creyentes pagan impuestos y financian partidos políticos y sindicatos, también tiene derecho a exigir que a sus hijos se les dé la enseñanza que ellos quieren. El Estado no tiene por qué determinar la educación de los hijos según las directrices de la escuela pública “Pablick Morosov” o “Educación para la ciudadanía” de "Pablick Zapatero" o de de "Pablick Zerolo". Porque no es cierto que la religión ha de quedar relegada a lo privado, a las sacristías, según le he leído al progre de derechas, Vargas Llosa, que para hacerse perdonar que es de derechas se mete con la Iglesia porque quiere así fachendear de moderno, pese a que es de derechas. Yo no soy muy religioso, pero admiro a los que tienen certezas y lo son. Y los envidio. Y creo que relegar la religión a lo privado sería como condenar a los nudistas a denudarse en lo privado, en su casa, y a no disfrutar de playas públicas para el menester. Desnudarte en tu cada no es nudismo. Ellos necesitan lugares públicos para hacerlo, aunque respeten, claro está, a los que no quieren hacerlo. No se obliga a nadie. Y recuerdo que en las playas vírgenes de Llevant y Sa Roqueta de Formentera los nudistas integrales convivíamos en la misma arena con los “topless” y con los que usaban bañador. En muy buena armonía. Y sin necesidad de acotar la playa, ni exigir nada. No había ningún cartel que dijera esto y lo otro. Cada quién hacía lo que le daba la gana y nadie se molestaba, ni nadie quedaba relegado a practicar el nudismo fuera del horario habitual de playa, como se pretende con la religión en la escuela. Porque la tolerancia no es relegar, marginar y esconder lo que no nos gusta en el ámbito de lo privado como ya se hizo en la dictadura con el catalán, por ejemplo. Eso es fascismo, aunque los muy necios no lo sepan.

Mobusi