1 de octubre de 2005
Demagogia gratis
El grupo socialista en el Parlamento europeo se ha visto obligado a retirar una enmienda que apoyaba la "Alianza de Civilizaciones" de Zapatero, al sospechar que no se iba a aprobar por el pleno, que los demás grupos del “corazón de Europa” pasaban mucho de eso de los “hermanamientos”, abrazos, placas conmemorativas, aperitivos y cucamonas. Porque Zapatero es un chico educado, delgado, alto, con ojos azules y amigo de sus amigos (sobre todo del rey de Marruecos), con el que antes de ayer “unió lazos entrañables” ya que las relaciones entre los dos países “son excelentes”, según dijo
en la rueda de prensa. Excelentes cuando en la Cárcel Negra de Marruecos se pudren los saharauis en huelga de hambre (foto de arriba). Excelentes porque sólo han muerto cinco emigrantes al saltar la valla de la frontera de Ceuta y Melilla ya que de llevarnos mal habríamos tenido que importar morgues de campaña. Y quizás por eso el presidente del Gobierno español (perdón, del Estado español), ha dado orden de que el ejército vigile la Alianza, digo, la frontera de Ceuta y Melilla para que la Alianza relumbre como el satén y no tenga agujeros, ni remiendos de arpillera. Lo que no entiendo es por qué las pateras nunca se dirigen a Gibraltar, ni nadie quiere entrar allí pese a que es Europa. A lo mejor es porque Inglaterra es un país serio. Porque el presidente cree que la invasión de inmigrantes es debido a la miseria, a las diferencias entre un mundo y otro, pero entonces cabría añadir (ayer lo hacía una subdirectora de El País) que esto se soluciona reformando la Política Agraria Común y la OMC para acabar con las subvenciones y suprimir aranceles que permitan que los países pobres puedan competir y vendernos sus productos. Sería una solución. Pero para ello Zapatero tendría que arremangarse e ir a Castilla la Mancha, Andalucía o a Águilas (Murcia) y anunciar allí a los agricultores que se acaban las subvenciones para el tomate y se abre el mercado sin aranceles con el fin de que, por ejemplo, los tomates marroquíes se puedan vender en España. Es así de sencillo para evitar que la demagogia salga gratis, como hasta ahora, y que cualquier mediocre se pueda subir al púlpito del Parlamento o de un editorial de periódico, y decir cosas muy bonitas que a todo el mundo gustan, pero sin responsabilidad civil subsidiaria. Menos mal que nos queda París, digo, su esmerilada sonrisa de Pepona.