9 de octubre de 2005
Efecto llamada
Médicos Sin Fronteras ha localizado a un grupo de 500 inmigrantes subsaharianos abandonados a su suerte por la policía marroquí en una zona desértica situada al sur de Marruecos. Hasta hace poco esta salvajada era delito, pero ahora con eso de la Alianza de la Civilización que procura molestar lo menos posible a Mohamé, lo mismo tiene bula abandonar a los seres humanos en medio del desierto, soltarlos a la libertad que es la patria de Zapatero, según hemos sabido. La libertad de poder corretear a sus anchas por los nueve millones de kilómetros cuadrados de desierto y ser así libres para dar incluso volteretas y hacer la trompetilla. Les sobra sitio y caben todos. Tocan a 55 millones de
kilometros cuadrados por cabeza. Ellos buscaban una patria que les acogiera porque se conoce que no observan el criterio de nuestro egregio presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez de Perales, que sólo ama una patria que es la libertad. “Y a su barco lo llamó libertad, y dibujó escenas en el mar, y en el cielo descubrió gaviotas, y pintó, estelas en el mar”. Aunque a Zapatero de Perales el que le paga el sueldo, y muy bien, es la patria española que él menoscaba y que, oh cielos, es la misma patria que nos descuenta los dineros a los demás en la nómina con el fin de pagarle a él su estipendio. El adora con una mano la patria de la libertad, pero con la otra coge las perras de la patria española. Una patria española que buscan desesperadamente estos pobres hombres subsaharianos porque alguien los tiene engatusados con el espejismo de que esto es el paraíso y que aquí pueden comprarse un coche como los que se ven en la televisión, según confiesan ellos a los periodistas mientras esperan para saltar la valla. Es decir, quieren ser como nosotros, como las familias españolas que, según supimos ayer, tienen dificultades para llegar a fin de mes. La mitad de ellas no llegan o lo hacen repelando el presupuesto y entrampándose, porque si hace cuarenta años no llegaban a fin de mes ahora tampoco consiguen alcanzar el vado del día 31 porque la calidad de vida ha subido y si antes se endeudaban para comprar el televisor en blanco y negro, ahora se entrampan en el banco para compararse la pantalla de plasma que mola más. Y luego vendrá la pantalla de cristal líquido con acetato sódico que es el último berrido tecnológico y seguirán sin llegar a final de mes. Los subsaharianos también quieren ser como nosotros; es decir, personas decentes, civilizadas, occidentales y entrampadas que no llegan a final de mes porque se habrán endeudado para comprarse un coche mejor. Sólo hay que ver los miles y miles de coches que se apelotonan todos los veranos en Algeciras para cruzar el Estrecho y volver a África, a sus países de origen, para darse cuenta de quién es el que provoca el efecto llamada.