El monte Everest mide 3,7 metros menos de lo que se creía (8.844,43), según la última medición efectuada por el Departamento Chino de Cartografía. Una noticia que me ha sorprendido porque no sabía nada, ya que la última vez que subí al Everest no noté la diferencia y me cansé igual que siempre. Si me llegan a avisar de que tenía tres metros menos hubiera respirado más tranquilo y habria llegado más desahogado porque si estás a tres metros de la cumbre y te avisan de que son tres metros menos no necesitas seguir subiendo porque, obviamente, ya has llegado. Y ahora a ver quien encuentra al sherpa, al guía que te acompaña, para que te devuelva el dinero proporcional a esos tres metros que no te ha subido. Porque te ha cobrado de más. No sé si las organizaciones de consumidores tendrían esto previsto. Pero pienso reclamar. Yo empecé en esto del alpinismo después de ver un reportaje en la tele que me gusto mucho ya que intuí que aquéllo era lo mío porque yo siempre he tenido mucha perspectiva. Así que procuré echarme una novia alpinista para salir con ella a la montaña pues es sabido que el ocio compartido une mucho a
la pareja y aquella actividad deportiva me convenía sobremanera porque como uno es un caballero tendría que dejarla a ella delante, que subiera primero, y así le podría ver las bragas desde abajo. Niquelao. Luego supe que la montaña no se escala con falda y perdí mucho el interés porque también supe que ellas no escalan con tacones, eso me dijo mi novia, aunque yo creo que me engañaba porque es obvio que el tacón se engancha muy bien en las grietas y sirve para escalar más que un zapato liso que resbala. Se creen que uno es idiota. Son mentirosas, crueles y retorcidas. Así que la escalada perdió para mí su enjundia, decía, porque a ver qué coño haces pegado a una pared durante muchos días, pasando frío y haciendo esfuerzos ímprobos para escalar el Everest si no puedes verla a tu novia las bragas y además no luce tacones, ni medias, ni nada. Una pérdida de tiempo. No, es que hay que enfrentarse a los retos, me decía mi novia para justificarse. Bueno ella decía "handicap" porque era muy fina y había leído a Faulkner y todo. ¿Y te parece poco handicap verle a tu novia las bragas a siete mil metros de altura?... Menudo reto. Pues no, no lo entendía. Son raras. Pero bueno, no pasa nada, proque si no puedes escalar, le decía yo, al menos podemos ir al campo que como es llano no hay problema. Pues tampoco, sabe usted, porque ellas también se niegan a ponerse tacones, medias y faldas para ir al campo con el fin de que el viento le vuele la falda en una genuina escena ‘upskirt’ y tú te pongas morado de mirarla y de verle las bragas. O de verla con tacones y medias entre las piedras y matas, como la foto de arriba, que eso pone mucho si eres un poco sensible y posees inquietudes artísticas y amas la naturaleza. Pero ellas no quieren. Luego, cuando están en casa, dicen que no las miras, que no te fijas en ellas cuando se cambian el peinado; pero cuando tú de verdad quieres mirarlas ellas no quieren que las mires o ponen muchos reparos. Son así de antojadizas. No hay forma de comprenderlas.