Antonio F. Marín: Semos la hostia

18 de octubre de 2005

Semos la hostia

La Constitución y los estatutos se pueden cambiar, claro, de hecho ya se han cambiado y se puede seguir modificando. Y no pasa nada. Dicen los listos que si el Parlamento aprueba una modificación constitucional o de los estatutos, hay que acatar esa decisión soberana “cuando se haga patente y sea la que sea”, según editorializaba el diario gubernamental hace poco. Cierto. Correctísimo. Obvio. Es lo que suele ocurrir en una democracia y tiene que ser considerado como normalidad institucional. E incluso es sano. Muy sano. Como también lo es que el Parlamento pueda instar la reforma de la ley electoral para que el nacionalismo tenga menos peso y no siga chantajeando al partido de Gobierno, si así lo decide el pueblo español y el partido en el poder goza de esa mayoría que también habrá que “acatar cuando se haga patente y sea la que sea”. Repetimos: “cuando se haga patente y sea la que sea”, porque hay que acatar todas las reformas con normalidad democrática. Todas. Y se insiste en “todas”, porque este es un país de cuchufleta
y chichinado en el que cuando “los nuestros” redactan una ley hay que respetarla porque es la voluntad soberana del pueblo, pero cuando la redactan “los otros” no hay tal respeto porque al no habérsenos permitido mangonearla a nuestro gusto, es autoritaria y no tiene consenso. O sea, que semos la hostia, ya digo. Más cursis que Mariah Carey con diadema. Y más horteras que Juan Luís Cebrián con corbata de lazo.

Mobusi