Antonio F. Marín: Crispación y mala baba

16 de noviembre de 2005

Crispación y mala baba

Tres artículos publicaba ayer el diario gubernamental contra la Iglesia y uno de ellos de un miembro de ella que discrepa de la jerarquía, uno más de los muchos que existen pues este periódico se ha señalado por publicar todos los artículos de los que disienten con la institución. Muchísimos, porque se conoce que en la Iglesia existe más pluralismo que en la misma sociedad y en el PSOE, dada la cantidad de gente que critica a la Iglesia y sigue reconociéndose como católica. Los hay a miles y todos ellos publican en El País. A ver si esa pluralidad de la Santa Madre la llevan a su periódico donde no desentonan ni en las cartas al director que son todas del mismo corte y confección. Pero tras los insultos del egregio Pepiño Blanco contra la Iglesia o de su eminencia el ministro Montilla contra Pedro J. Ramírez (premio Montaigne, enhorabuena), me están empezando a caer simpáticos los
obispos. A mí nunca me han caído bien los obispones pero estoy empezando a cogerles cariño. Si son atacados con tanta saña por los cerriles sectarios es que dicen la verdad o están cerca de ella, sin duda. Es axioma. Impepinable. Y si un juez lamenta en 20Minutos que un grupo terrorista no le disparara al corazón a un periodista de la COPE, es que están pisando callos y revelando hechos que molestan y que quieren silenciar. Un juez que justifica el asesinato. Tela.

Y es que a todos los fascistas les molesta mucho que los critiquen y a eso, a la crítica política, la llaman crispación para desacreditarla. A Franco, el dictador, también lo crispaban mucho las huelgas, las manifestaciones y las protestas. Una barbaridad. Quiere decirse que si un policía detiene a un tipo robando, el delincuente puede demandar al policía por crisparlo, por provocarle crispación al interrumpirlo en los menesteres de su oficio. Y eres un crispador si informas que una caja le ha perdonado a un ministro millones de deuda, no se los ha reclamado, cuando ese mismo ministro es el que decide la ampliación de los negocios de esa caja. En vez de defenderse él de la acusación de conchabanza, contubernio, maridaje, pasteleo, connivencia, manejo, chanchullo, arreglo, cambalache, componenda, arreglito, embrollo, enredo, artimaña o mejunje, son los demás los que tienen que defenderse de la acusación de crispar, cavar zanjas y sembrar el odio. Esta es la "izquierda de la Moraleja" que tras la manifestación del domingo se muestra tal y como es; es decir, cabreada, amargada, reaccionaria y furiosa hasta tal punto que muestra su mala baba y amenaza, chantajea e insulta a los que no piensan como ellos para amedrentarlos. La España castiza y paleta de toda la vida, ahora con casita en la Moraleja, que quiere pasar por fina y queda retratada en “rojo”, con el nuevo color de la cursilada.

Mobusi